Tomo I Monterrey

Octubre 15 1887. Número 3.

Quincenal de literatura, social moral y de variedades

Dedicado a las familias.

La caridad

Ercilia García.

¡Feliz quien puede derramar en torno suyo el bálsamo consolador de la caridad! Feliz, quién abriga en su pecho el germen de esta santa virtud; que deshecha el ridículo egoísmo que anida en los seres vulgares. En las almas privilegiadas, dotadas de nobles sentimientos que Dios puso en el mundo para consuelo de la humanidad que llora, se encuentran la caridad cristiana, sin mezcla de esa hipocresía con que la cubren los que por mera ostentación dan una limosna, procurando hacerlo siempre donde sean vistos. La verdadera caridad se esconde, enjuaga las lágrimas del que sufre sin alarde. Y siempre basada en las santas máximas del cristianismo, hace en el mundo todo el bien que puede. 

La caridad simboliza la perfección de los sentimientos; es el emblema que patentiza nuestra fe; es la flor delicada y hermosa que perfuma la existencia. Y la elegida poderosa que nos conduce al más allá venturoso.

En las horas amargas de la vida, en las horas de tedio y melancolía en que se apura la acibarada copa del dolor, ¡qué dulce encontrar una mano cariñosa que benigna enjuague las lágrimas y reanime la fe que nunca abandona el corazón cristiano! 

Hay horas también de inmensa felicidad en la que el espíritu languidece a impulsos de dicha y ¡cuán grato es hallar entonces quien nos comprenda y goce al ver nuestra felicidad! Todo es caridad, gozar con la dicha del otro y llorar con el que sufre. 

Caridad es sinónimo de abnegación y desinterés. Por eso dije ya, que sólo en las almas privilegiadas existe tan noble sentimiento que a semejanza de la tímida violeta que escondida entre el verde follaje exhala su suave y celestial perfume, así, los seres que están dotados por excelencia de tan sublime virtud, Esparcen en torno suyo el delicioso aroma de aquella púdica flor que significa modestia. 

Por desgracia, a pocos les es dado comprender el tesoro inagotable que la caridad encierra. y quizá por eso la ven con indiferencia. ¡Oh la caridad! Sentimiento dulce y consolador del que dimanan todas las acciones nobles y bellas, y que a su influjo las facultades se desarrollan, dando a quien lo posee un bienestar inmenso de tranquila felicidad. 

¡Bendita mil veces la caridad bien entendida, que tantos beneficios hace al mundo!