Tomo I Monterrey
Octubre 15 1887. Número 3.
Quincenal de literatura, social moral y de variedades
Dedicado a las familias.
La poesía
María Garza González
Arte sublime y misterioso, a cuyo cultivo se ha consagrado afanosamente inteligencias poderosas que han admirado los siglos. Es sin duda, el más hermoso de los estudios literarios, porque la poesía es el germen de nuestras ilusiones, de nuestros ensueños; es el encanto de nuestra juventud, la ilusión seductora que nos sonríe entre las flores de nuestros jardines, entre las linfas de la sonora fuente, y que, bañada con la luz de la aurora, nos levanta entre sus brazos para mostrarnos un cielo desconocido, un porvenir lleno de luz, de encantos y de delicias.
Pero ¡ay! la poesía no se nos manifiesta igualmente benigna a todos los mortales, es esquiva y desdeñosa para los profanos, para aquellos seres que no conocen la belleza ni sus relaciones con el sentimiento, porque olvidándose de la nobleza de esa chispa espiritual que encierra nuestro cerebro, todo lo materializa porque así conviene a sus intereses y a sus necesidades sociales.
Sólo al poeta se le presenta con toda la majestad de su belleza, con toda la dulzura de su sentimiento; Pero el poeta lo es desde que nace, porque desde entonces existe en su alma el don de crear, el genio; y cuando se halla en la capacidad de sentir, toma entre sus manos la lira, alza su voz misteriosa y terrible, y canta; pero ese canto tiene un no sé qué de incomprensible, que no nos es dado a todos comprender, sino cuando se llega a esta edad en que el más puro sentimiento nos diviniza, por decirlo así, transformado en pura sensibilidad las fibras de nuestro corazón. Y dudo que haya alguno que en su juventud no se sienta inspirado a esa hora en que viene, huyen y desaparecen las sombras de la noche.
¿Quién no se conmueve al contemplarse espectáculo sublime que nos muestra la naturaleza en las horas supremas en que la aurora esparce su corola virginal por el firmamento?¿Quién no se extasía admirando los caprichos celajes de la gualda y oro en el crepúsculo vespertino?¿Quién permanece indiferente en una noche de luna? Nadie, porque para esto era preciso no tener corazón.
Y hay quien diga que “La poesía es el arte de mentir en verso”, no; definición mal entendida es esa y desde luego se deja ver que no sabe lo que es poesía, que no comprenden ese sentimiento nacido del corazón, ese germinado que brota de un alma dolorida, ese sublime cantar inspirado de los más tiernos afectos; no es solamente una reunión de versos, como se ha dado en suponer pues verso según Dávila, no es más que la reunión de sílabas y acentos que, en virtud de su ingenio o con combinación. no puede menos de ser grata al oído. Y con frecuencia se verá que un verso cadencioso y arreglado al la versificación y a la métrica agradará y será digno de estudio por las excelentes reglas que lo construyen, pero no conmueve, no habla al corazón porque es hijo de la cabeza y del sentido común, la poesía es más que eso, la poesía, con su dulce sentimiento, nos eleva fuera de la órbita de todo cuanto nos rodea, y en tanto que vivimos entregados a tantas dichas, el ser físico sufre una anonadamiento tal que al fin sucumbe ante la fuerza de la imaginación; entonces no parece sino que Dios nos presenta la existencia del espíritu; porque nos parece estar mirando esa suprema divinidad, lo mismo que esos grandes poetas, esos seres privilegiados que leen el porvenir de los pueblos, y luego con su acordada lira, predicen el destino de la humanidad.

