Tomo I Monterrey

Noviembre 15 1887. Número 5.

Quincenal de literatura, social moral y de variedades

Dedicado a las familias.

Un mendigo

Dolores Correa Zapata

A la puerta cerrada de un magnate

Un pordiosero se paró una vez,

Y con acento suplicante, dijo:

¡Dadme agua por piedad, muero de sed!

A cada instante, el pobre más sediento,

Más fuertes golpes a la puerta dio,

Agotando, al llamar, todos los tonos,

El coraje, la súplica, el dolor.

El eco de su voz vibraba apenas,

Cuando, al fin, le trajeron de beber…

¡Vano trabajo! El infeliz mendigo

Estaba en realidad muerto de sed!

Hace ya mucho tiempo… no sé cuándo

A la puerta de tu alma llamé yo

Y, con acento de mendigo, dije;

¡Ámame, por piedad, muero de amor!

Es hermana tal vez de aquella puerta

La puerta de tu alma dura y cruel:

Bien sabe Dios que en vano todos, todos

Los tonos de la súplica agoté.

Hoy he visto en tus ojos una lágrima:

¿Ahora pretendes apagar mi sed?…

Guarda tu amor para otro pordiosero;

Que mi alma es un cadáver… ya lo ves.