Tomo I Monterrey
Noviembre 15 1887. Número 5.
Quincenal de literatura, social moral y de variedades
Dedicado a las familias.
El invierno
Ercilia García
Los árboles empiezan a despojarse de su verde vestidura; las hojas se tornan amarillentas al faltarles la sabia vivificante que les daba vida. Es que el invierno se aproxima, es que pronto tenderá su helado manto, trayendo en pos la tristeza y la melancolía. El campo pierde su verdor y su hermosura; en breve dejará de oírse el dulce canto de los pájaros que alegres lanzan al viento sus armoniosos trinos, ocultos entre el verde follaje de los copudos árboles, y hasta la fuente bulliciosa que murmura dulcemente al pasar por entre guijarros y espadañas, dejará correr tristemente su aguas cristalinas.
Cuando la tarde decline, no veremos ya los encantados celajes teñidos de amaranto y grana con que orgulloso se viste el horizonte, ni las sonrosadas tintas con que se anuncia la aurora al despuntar el día; y si aparecen, no tendrán la célica poesía de que están dotados para hermosear esa divina estación del año, cuando miramos más azul el firmamento; cuando el astro Rey manda con más fuerza sus dorados rayos; cuando las flores ostentan majestuosas su pública belleza, embalsamando el tibio ambiente con sus perfumes embriagadores.
¡Qué triste también, es el invierno de la vida! Cuando el corazón cansado por las contrarias pasiones que en él germinan, herido por los crueles desengaños y la fe próxima a extinguirse, decepcionado da un adiós al engañoso mundo y solo suele gozar, en su indiferencia, cuando la mente se pierde en el mundo ideal de los recuerdos.
El corazón, al entrar en el triste invierno de los años, pierde sus ilusiones que, a semejanza de las bellas flores que al ser mecidas por los primeros vientos otoñales, pueden sus colores y mustias y deshojadas inclinan sus corolas: así el corazón, azotado por l furioso torbellino de las pasiones, se envuelve en el frío manto de escepticismo disfrutando pocas veces de ese feliz estado de tranquilo bienestar, que nos hace olvidar por instantes nuestros dolores.

