Tomo I Monterrey

Enero 15 1888. Número 9.

Quincenal de literatura, social moral y de variedades

Dedicado a las familias.

La Música

UN SUSPIRO DEL ALMA

Catalina

La música, la armonía, grata al oído que la forma, despierta diversas sensaciones según el estado moral que se guarda; pero jamás puede desagradar al que tenga corazón.

Físicamente produce una sensación que se manifiesta en los ojos, en el semblante, en los movimientos.

Esta sensación material está subordinada siempre á la situación moral. ¿Estáis alegres? la música aumenta y hace estallar vuestra alegría. ¿Estáis tristes? os arroja en una grata y tierna melancolía, inexplicable, pero sublime…

Los jóvenes alegres, bulliciosos, superficiales, no pueden oír una polka ó un wals sin estremecerse, y ejecutar movimientos como si comenzaran á bailar.

Pero esto es lo menos, y sin embargo es lo más.

Oid ondear el aire por los sonidos armoniosos del dúo del beso en la Norma, o del terceto de Polione, Norma y Adalgisa, con que finaliza el primer acto.

Prescindid del argumento, de las palabras, y sean las cuerdas el viento o la voz humana, y decid, los que sois sensibles: ¿creéis que un hombre haya procurándose esas armonías por pasar el tiempo? ¡Imposible!

Son expansiones del alma, son el llanto de un corazón que siente algo sublime en él, y que al salir al mundo ha de presentarse armonioso y grande, contagiando con su grandeza, con su realidad y su armonía. ¡Desgraciado el corazón que no refleja esa armonía! ¡Pobre alma que permanece indiferente al terrestre cuadro de la gloria!

El amante de Lucía, muriendo de amor y despidiendo sonidos tan elocuentes, es el ideal materializado de la imaginación de un amante espiritual.

¿Os quedaréis en la tierra oyendo el terceto de Roberto el Diablo?…….. ¡No! parece una voz celestial que os dice los goces del alma son mayores allá que en el mundo, y aunque es el diablo el que está en la escena, no podríais creerlo, aunque real y positivamente lo viérais.

Estáis en el templo delante del Supremo Ser, arrodillados en la elevación, acto imponente del gran sacrificio que se consume en el culto católico, y la música os arrebata……… ¡ved á Dios!……… y lo veis y le habláis. Los preocupados acentos de Mozart exhalados en las circunstancias religiosas de la idea de la separación del alma, es la expresión sencilla, natural de la plegaria, de la melancolía, de la previsión de llegar al fin de nuestra carrera, ¡la perpetua adoración!

¿Creeréis en el premio y el castigo?…… ¿Negaréis la existencia de un Dios, la verdad de la religión?……… ¿Seréis, en fin, positivistas?……

¡Responded! ¿Creeréis en el placer de la materia?……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………….

¡Ay! el mundo es muy material, el siglo muy positivista, nuestra educación falsa, y la juventud……… Sí; yo he derramado hiel al oír interrumpir una aria con una ¡cola!…… preferir los toros á un concierto.

¡Triste contraste! La sublime naturaleza representada en los artificiales sonidos de un instrumento, armonizados por el arte, son menos agradables que la desobediencia á esa misma daturaleza, contemplando el ruin y bárbaro espectáculo de la destrucción.

El que es poeta de corazón; aunque no lo sea en las palabras, comprende la amargura del contraste y llora ¡Llora nada más!……