Tomo I Monterrey

Junio 15 de 1888. Número 16.

Quincenal de literatura, social moral y de variedades

Dedicado a las familias.

La mujer

Trabajos propios de su sexo

Ercilia García

Con el título de los “Parásitos y la mujer,” insertamos no ha mucho en La Violeta, tomándolo de un periódico de México, un artículo, relativo a los trabajos propios para la mujer, y hoy vamos á ocuparnos de ese asunto, aunque someramente, con la creencia de que algún día, no muy lejano quizá, veamos en el terreno de la práctica lo que hoy sólo existe en teoría.

No puede negarse que la mujer avanza, aunque paulatinamente, pero con decisión y denuedo, á la cima de su perfeccionamiento; las vías del progreso y de la civilización ya se han abierto para ella; y si es verdad que aun tiene que luchar y que vencer un cúmulo de obstáculos para ver realizadas sus justas aspiraciones, también lo es que, á fuerza de constancia y alentada por las ideas del siglo, logrará al fin lo que ambiciona, esto es asegurar su hoy incierto porvenir.

Nosotras no queremos que se nos tache de utopistas, porque no vamos á sostener la completa emancipación de la mujer, aunque con el tiempo este sea el resultado que se obtenga, pero, si al presente no es posible que la mujer dependa de sí misma, queremos que, cuando ménos, no se le usurpe por el hombre el puesto que sólo á ella corresponde, que no se le prive de buscar desahogadamente su subsistencia, en todos aquellos trabajos que están al alcance de sus fuerzas.

Ideas retrógradas y antisociales son las que abrigan todavía algunos, que pretenden que viva siempre la mujer en la ociosidad ó en la inercia, sin proporcionarse más trabajo, hablando de la mujer desheredada, que el de la aguja, la plancha ó la cocina; en tan reducida esfera está sujeta, á mil y mil privaciones, que la hacen anhelar, con justicia, el modo de ensanchar su esfera de acción en los campos del trabajo.

Ocupaciones hay, que la mujer puede  desempeñar fácilmente, y con el salario que obtenga, muchas lágrimas se ahorrarían, arrancadas por la desesperante y descarnada miseria ó por la crueldad de los hombres.

Entre las desheredadas de la fortuna, hay mujeres cuyo talento las coloca en el grado de poder desempeña, si se quiere con más acierto que el hombre, algunos trabajos que por su facilidad, son propios de aquéllas. En un establecimiento mercantil. de géneros, una mujer puede desempeñar á maravilla el empleo de dependiente, y hasta sería de positiva conveniencia para el patrón, pues ella con la suspicacia propia de su sexo sabría dar lucidez al establecimiento, y con su trato fino y amable por naturaleza, atraer á las personas que desearan comprar algún artículo; las familias, sin escrúpulo de ninguna especie, llegarían gustosas á los comercios servidos por señoras.

También hay mujeres instruidas en la contabilidad, que podrían muy bien llevar los libros de cargo y data y demás que sean necesarios en las casas de comercio ó en cualquiera otra oficina.

La telegrafía es otra de las ocupaciones adecuadas á la mujer; así como la tipografía y otros varios, que en la actualidad desempeñan brazos musculares, que son necesarios en otros quehaceres varoniles, propios de su sexo y fuerza.

En los Estados Unidos y otras naciones europeas, la mujer tiene despejados los campos de trabajo, ya mecánica, ya científicamente ó de cualquiera otro modo, pero no se le deja morir de hambre si se le precipita á los abismos insondables del vicio ó del crimen.

¡Ojalá! que en nuestra patria, desechando esas rancias preocupaciones que le cierran las puertas del trabajo á la mujer, se siga aquel ejemplo y se la coloque en el puesto que le corresponde entre los pueblos cultos y civilizados.