Tomo I Monterrey
Junio 15 de 1888. Número 16.
Quincenal de literatura, social moral y de variedades
Dedicado a las familias.
La estrella de tarde
(Monterrey, Junio de 88.)
Josefina Campos
I.
¡Explendorosa estrella! ¡púdica vírgen del cielo! Yo te adoro como un destello del Omnipotente, yo te contemplo pura y divina como los ensueños de la inocencia, y cuado te miro brillas por Occidente como la aureola de Dios, quiero llegar hasta tí para depositar en tu seno mis suspiros………
Siempre te he adorado, imagen del amor, siempre te he contemplado como el símbolo de la pureza, porque apareces en los cielos cual hermosísima diosa de mis tristes cantares; y entonces cuando te miro radiante, late mi corazón al impulso de la esperanza, porque en tí admiro la sabiduría de Dios………
¡Cuántas veces me has visto llorar el infortunio de mi juventud, y cuántas también me has sorprendido cuando un recuerdo triste, tan triste como la memoria de mi madre, ha hecho brotar el llanto de mis ojos, y tú entónces con sólo tu hermosura has disipado mi tormento!…..
II.
Ven ya, que el sol apenas envía sus espirantes rayos; el crepúsculo se va desvaneciendo como la niebla de los campos, y las flores cerrando van sus corolas. Ven, estrella de la tarde, que mi corazón te desea como el desdichado la felicidad; no desdeñes mis halagos como el hombre ingrato, porque mi amor es sincero como la oración del justo. Siempre te amé………
III.
Aparece ya, que las aves reposan dormidas bajo el umbrio follaje de los campos, solo se escucha el tranquilo murmurar de las aguas espumosas……….
Ven, presto porque deseo ver rielar tu luz en las cristalinas ondas de la fuente………
IV.
!Oh! ¡Y qué bella eres cuando te presentas imperando entre los astros! ¡Los celajes no se atreven á ocultar tu fulgor purísimo como la mirada de un arcángel, y cuando cintillas, cuando tu luz tiembla, entonces miro en ti mi ventura, porque tú sola has sido el dios de mis amores………
V.
También me mirabas sonreír, cuando arrullada por mi madre ignoraba yo que existía, también miraste mi frente tonta, libre en onces de pena. ¿No es verdad? Pero mis ensueños de la infancia ya pasaron; se desvanecieron como la hermosura de un lirio que la tempestad abate, sin dejar huella tras sí……
¿Y ahora?……… sólo me ves llorar, sólo me ves gemir……… Sólo tu vida es tranquila: siempre velando la existencia de la humanidad, la miras mecerse en su cuna rodeada de pureza y también eres su compañera en el sepúlcro……
¡Misteriosa viajera! Tú también morirás; eres frágil como la naciente rama de un sauz; tus encantos se marchitarán como los pétalos que el viento arranca.
VI.
¡Angel de mis tristes amores! ¡Sólo en tí he encontrado mi esperanza y en tu luz fulgente el alivio en mis penas!
Tú has velado mi sueño cubriendo con tus alas de diamante mi lecho de amargura, y cuando el fantasma de mis tristes días interrumpe mi solás, sólo al mirarte se evapora mi pesar.
Tú revelas al mundo la existencia del Creador, y tú acallas orgullosa las dudas del impío haciendo que se postre ante tu luz.
Tú eres estrella de amores que el poeta ha cantado con su lira, porque has alumbrado tal vez la frente de su amada, tú has escuchado los suspiros de angustia que su pecho han calcinado, porque tú, en fin, los sorprendías en sus coloquios de amor…… tal vez en sus últimos cantos de muerte……
Sigue, sigue mitigando mi llora que es de fuego…… sólo tu podrás calmar la fiebre que abrasa mi cabeza, el delirio que embarga mi cerebro, porque en la tierra todo es mentira y sólo en tí veo esperanza.
VII.
Sí, tu me escuchas cuando gimo de dolor por la ingratitud de los hombres, cuando en la tierra no encuentro quien suavice mi infortunio…… ¡Oh! Y tú hablas á mi corazón! tú cintillas para hacerme comprender que sólo tú recibes benigna mis suspiros y lamentos………
Sólo tú has sido para mí el consuelo de mi vida, y tú también alumbrarás el sepúlcro que guarde mis cenizas………
Algún día morirás, ¡oh estrella! Tu radiante luz se apagará como lámpara que el viento extingue.

