Tomo I Monterrey
Abril 1 de 1888. Número 13.
Quincenal de literatura, social moral y de variedades
Dedicado a las familias.
La Semana Santa
Ercilia García
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I
Hoy los recuerdos piadosos arrebatan nuestro pensamiento, que en alas de la fé vuela á la cumbre santificada por la sangre del Nazareno, y abismado en éxtasis profundo y religioso, contempla el tiernísimo poema, el sangriento drama del Calvario realizado hace 1888 años, y cuyo triste simulacro celebra la Iglesia, llena de dolor y luto, en la presente semana.
Enlutados cortinajes cubren los altares de los templos; las fiestas y bulliciosos espectáculos se suspenden; los teatros cierran sus puertas; los poetas truecan su lita por el lúgubre salterio; la naturaleza entera parece sumergirse en un augusto y silencioso recogimiento, y el ánimo se apercibe á las religiosas emociones; y el pueblo todo, á pesar de la decantada perversión de costumbres, se apresta á rendir solemne culto á la más venerada de nuestras tradiciones.
Los cristianos primitivos en tiempo de Tertuliano, observaban ayunos rigurosísimos en esta semana, siendo absoluto en el juéves, viérnes y sábado. Prohibíase tener instrumentos y usar perfumes durante esos días; vistiendo las mujeres blancas y sencillas túnicas y orando los hombres de pié, con las manos alzadas al cielo y la visita dirigida al Oriente.
II.
En la Iglesia de Oriente se llama esta semana de los dolores, de los suplicios y de la indulgencia; y entre nosotros titúlase también semana penosa, gran semana y semana auténtica.
Principia con el Domingo de Ramos, que conmemora la entrada triunfal de Jesús en Jerusalem; hanle dado tal nombre las palmas, ramos y plantas que llevan en las manos los asistentes á la procesión que precede á la misa, y llámase también Pascua florida por alusión á los ramos de flores que, erguidos en altas pértigas, se llevaban antiguamente, mezclados con las palmas y ramaje.
Hé aquí el pasaje de la vida de Jesús, de donde esta festividad toma su orígen.
Fueron cerca de Jerusalem, dice el Evangelio, al Monte de los Olivos, y de allí envió el Salvador á dos de sus discípulos diciéndoles: id al lugar que está delante de vootros y en él hallareis un pollino atado, sobre el cual ningun hombre ha subido: desatadle y traedle; y si alguien os dijere ¿por qué hacéis esto? decid que el Señor le ha menester y luego le envia[ilegible].
En efecto, fueron y hallaron el pollino atado á la puerta entre dos caminos, y al desatarle, unos de los que allí estaban les dijeron: ¿por qué desatais al pollino? y contestando lo que Jesús les había mandado le trajeron la cabalgadura, sobre la cual montó Jesús, é hizo asi su entrada solemne en la populosa ciudad de Jerusalem.
Muchos tendían sus vestidos por el suelo y le regaban con flores y palmas para que pasara Jesús, que era aclamado por la multitud diciénfole: !Hossanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hossanna en las alturas!
No pasaron muchos días desde su entrada en Jerusalem, cuando se le vió en el templo arrojando á los que allí comerciaban.
¿No está escrito, les decía, que esta casa, casa de oración será llamada por todas las gentes? ¡Y vosotros la habeis convertido en cueva de ladrones!
Y trastornó, dice el Evangelio, las mesas de los monederos y las sillas de los que vendían palomas.
III
El Miércoles Santo, tercer día de la semana, celébrase según San Lúcas la oración de Jesús en el huerto de Gethsémani.
¡Qué profundas meditaciones, y cuán santos son los recuerdos que afluyan á nuestra menta al pensar en la sublime oración del Salvador!
Siguiendo los detalles de aquella escena dolorosa que nos trasmite la historia, á través del tiempo, cuando el Hijo del Hombre, presa de cruentos sufrimientos por la impiedad de los hombres, dirijía al Dios Padre la oración más poderosa que se ha levantado sobre la tierra, nuestro espíritu se contrista íntimamente, las lágrimas acuden á los ojos sin poderlas contener y la más dulce melancolía se apodera de nuestro corazón.
Ya nos figuramos al Redentor del mundo en el instante de su oración, pálido como una magnolia de la Judea; sus ojos como la gloria manando lágrimas; teniendo sus lábios encendidos como carbunclos rojos que lucen como de fuego; callendo de su frente gotas de sangre del color brillante que tienen las flores de los granados; su cuerpo inclinado, vencido, como una palma aislada dentro del desierto cuando la agita el Kamnsin, que es el más horroroso viento; su alma como una paloma azul venida de Nazareth, gimiendo afligida bajo los muros soberbios de la gran Jerusalem.
¿Qué pensaría el Redentor del mundo al tener su frente sobre la tierra……..? ¿Qué habría en su alma santísima en la hora formidable de su oración?
Sin duda pensaría en las afrentas de que iba á ser objeto, en el suplicio horroroso que iba á sufrir, en la muerte ignomiosa que se le esperaba; percibiría los sollozos de sus apóstoles, los gemidos de las piadosas mujeres; haria perdazos su corazón ver á su santa Madre á la Vírgen de los Dolores abriéndose paso entre la multitud de gente, entre los gritos y las blasfemias, muda, desfallecida, llorando á mares, implorando á sus amigos despiadados, queriendo morir con su Hijo, ahogándose de dolor y abatimiento…………………………..
IV
El Jueves y el Viernes Santos son los días más solemnísimos del año: en el primero de estos días, celébrase el Labatorio, es decir el acto de lavar Jesús los piés á sus discípulos para enseñarles antes de morir que entre ellos ninguno era más que otro, con lo cual quedó proclamada la igualdad entre los hombres. En el Viérnes santo llamado Pasca de Jesús crucificado se conmemora el trance supremo, el desenlace de la grandiosa tragedia divina.
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Allá en Jerusalem murió un mártir enclavado en una Cruz. La historia de su pasión es el compendio de toda resignación que puede concebirse en un santo y de toda la crueldad que cabe en el corazón de un verdugo. Jesús, hijo de Dios, venía á dar su sangre por el pueblo. Este engañado por los escribas y fariseos, hábiles siempre en fingir interés en su causa y hacerle odiar á los que por él se sacrifican, después de aclamarle con palmas y ramos de olivo el domingo, entonado víctores y hossannas, le persiguió luego con impía saña por la calle de la Amargura, y no cejó en su cruel locura, hasta que sintió caer sobre sí, empapando su frente con eterno sello, la sangre derramada por el Justo en la cima del Calvario.
V
El Sábado de Gloria es el día en que termina la cuaresma, el día en que la gloria abre sus puertas para recibir en su seno al enviado del Omnipotente.
Cristo era Dios, y representaba una idea y no podía morir, ni sus palabras perderse olvidadas en el corazón de los hombres: que las ideas son también inmortales, á la semejanza de Dios.
Y sucedió que Jesús resucitó y triunfó de la muerte.
Por eso, en el Sábado de Gloria el aspecto interior y exterior de la Iglesia cambia por completo. Los acordes del órgano vuelven á conmover los ámbitos del templo, unidos á las melodías de las voces; y los aromas del incienso, mezclados en columnas de humo, con los resplandores de las luces, ascienden por los altares ya descubiertos. Los alegres ecos de las campanas lanzadas al vuelo, el ruido de las detonaciones y la algazara de los pequeñuelos, que sea arrojan por las calles y plazas en busca de las tradicionales aleluyas, todas estas demostraciones de júbilo y alegría con que la Resnección se celebra, filtran en nuestro ser un ínexplicable regocijo, y el pensamiento se traslada entónces desde la cumbre del Calvario á las alturas celestes; y en lugar de un firmamento cubierto de sangre y de tinieblas y de astros apagados, ve un firmamento anegado de luz y poblado de resplandecientes soles; y en vez de una cruz ignomiosa y á Jesús clavado en ella, y á la humanidad deicida llorando sus errores, ve una cruz redentora en los fúlgidos espacios, ceñida de misteriosos resplandores, y ve la imágen del Dios-Hijo que en trono de alas de ángeles, cruza el éter y sube á sentarse á la derecha del Dios-Padre, y vé á la humanidad, en fin, que redimida y libertada por la sangre del Salvador y la luz del Evangelio, entona un místico y fervoroso ¡alleluia!
A este día sigue la Pascua, una de las más antiguas fiestas y la más grande y solemne del cristianismo.
VI
Las enseñanzas del Salvador que con su ejemplo y su palabra por campos, calles y plazas vertía entre las muchedumbres paradas á escucharle, quedaron á manera de levadura santa en la memoria de todos.
Pasaron los siglos.
De los verdugos, de los jueces, de los que autorizaron la muerte del Justo, quedó sólo un recuerdo odioso.
Mas, de la palabra de Jesús, nació la religión nueva, cuyo espíritu y sentido moral domina al mundo, reforma todos los códigos, está gravada con caracteres indelebles en todas las conciencias, domina los poderes, ha borrado la esclavitud, los privilegios, purificado el campo del derecho, llena la aspiración del sér humano á lo infinito, le hace mirar al cielo y lo arrastra con poder mágico, llevando á las muchedumbres en estos días al templo en continuas é incesantes oleadas……..
La justicia se ha impuesto en el derecho, la moral cristiana en la conciencia, la materia quedó vencida por el espiritu, la mujer dignificada, los intereses y los poderes humillados y deshechos ante la virtud de la idea más grande y más santa que ilumina el firmamento de la historia. ¿Cómo no? Para obtener el triunfo de aquella doctrina sublime, el Eterno habia enviado á su Hijo al sacrificio. Los fariseos, los gobernadores romanos, los poderes todos de la tierra no tienen fuerza bastante para obtener, en el curso de los tiempos, el triunfo de las ideas que, aunque predicadas por humildes pobres pescadores, son reflejo de luz increada y pensamiento y palabra de Dios.

