Tomo I Monterrey
Julio 1 de 1888. Número 17.
Quincenal de literatura, social moral y de variedades
Dedicado a las familias.
Cineraria
LA REDACCIÓN
EL SEÑOR GENERAL MARIANO ROBLES LINARES.
Víctima de la más cruel de las desgracias, murió este ameritado militar Jefe de las armas en esta plaza, la mañana del dia 25 del mes que acaba de finalizar.
Su cadáver fué descendido á la fosa sepulcral el dia 27 en el Panteón de esta ciudad, dejando tras sí, además de los recuerdos imperecederos entre nuestra sociedad, á una apreciabilísima familia desolada y sumida en el más acerbo dolor.
Extraordinaria y respetuosa fué la concurrencia que condujo los restos del ilustre finado á la última morada; sus funerales fueron dignos de él, como corresponde á su rango y categoria, de ciudadano y militar.
Para él cesaron las faenas de este penoso viaje y goza ya del eterno descanso y bienandanza.
Reciba su infortunada familia el consuelo que Dios envía…… ¡Ojalá pudiéramos nosotras enjugar sus justas y abundantes lágrimas!……
Tomo I Monterrey
Julio 1 de 1888. Número 17.
Quincenal de literatura, social moral y de variedades
Dedicado a las familias.
Ultimos momentos de Maximiliano
MEMORIAS ESCRITAS POR LA SEÑORA:
Concepción Lombardo de Miramón
………Los prisioneros habían sido conducidos al convento de las Capuchinas, construcción pesada y sólida, de forma cuadrada, recordando el modelo de todos los conventos españoles.
En el primer piso, al rededor de un patio bastante estrecho, de paredes elevadas, se encontraba un corredor como de diez métros de largo por tres de ancho, adonde tenían su salida tres celdas, llevando aún el nombre que les habían dado las hermanas capuchinas, La primera, denominada de “Las once mil Virgenes,” fué ocupada por el general Mejía, la “La Santa Rosa,” por Miramón y la más espaciosa de todas llamada “Santa Teresa,” se destinó al Emperador.
La austeridad del convento se revelaba hasta en el interior de estas celdas, trasformadas en calabozos. Un suelo enladrillado, paredes blanqueadas enn cla, una cama de campaña, dos ó tres sillas, una mesa y un lavabo de los más sencillos.
……..Eran como las ocho de la noche. El Emperador se hallaba comiendo sentado en el borde de la cama, sobre la pequeña mesa de madera blanca estaba colocado un candelero con varias bujías encendidas, iluminando fuertemente el cierto sobre cuyas paredes se destacaba con intensidad el busto de Maximiliano. Asu lado se encontraba formándole silenciosa compañía, el General Miramón y su señora.
Cada uno absorto en la contemplación de sus tristezas.
El general, agobiado con los ultrajes que se prodigan al vencido, en sus largas horas de prisión y de lucha para defender su honor ( no su vida que estaba á merced de abogados sin entrañas) sentia profundamente todo el desinterés y abnegación de su compañera, siendo en aquellos momentos más vivo el amor y afecto que le profesaba. Tenía una de sus manos en las suyas, y quizá involuntariamente la llevaba á sus labios.
Todo esto fue visto por el emperador, asomando á sus ojos algunas lágrimas.
El General y la Sra. Miramón, creyeron que la causa de esta manifestación de dolor repentino era el recuerdo de la pobre Emperatriz.
—No, dijo Maximiliano; mano he reconocido demasiado tarde, caun afectos sois á mi persona, y sufro mucho al ver que soy la causa de vuestra separación.
—Ah, señor, dijo Miramon, si hubiese escuchado los consejos de esta mujer, no me encontraría en este lugar.
El 16 de Junio en la mañana, habian comenzado los prisioneros su humilde desayuno cuando el fiscal Aspíroz se presentó anunciándoles que el indulto había sido rechazado y que serían ejecutados en el mismo día á las tres de la tarde.
El general hizo reproches amargos al fiscal por haberle trasmitido dicha órden en presencia de la Sra. Miramón; en seguida suplicó á ésta y á la señora viuda de Cobo tuvieran la bondad de retirarse para preparar su lecho de muerte. Recomendóles al mismo tiempo, enterraran su cadáver en el panteón de San Fernando en México, al lado de la tumba de su padre, y que su corazón fuese colocado en una urna, al pié de la tumba del general Osollo, uno de sus primeros y mejores amigos.
La Sra. Miramón y Cobo salieron con el corazón traspasado, anegadas en llanto, para cumplir misión tan dolorosa.
En seguida escribió el general varias cartas: una de ellas decia al general Partearroyo:
“Voy a morir dentro de tres horas, aunque no se me han presentado las pruebas del acto de traicion arrojadas a mi rostro, mas es preciso que muera, y esto debia acontecer……”
Los condenados se vistieron de duelo, levita y pantalón negros. Unicamente el general Mejía llevaba en la cintura la banda, insignia de su grado. Luego salieron de sus celdas, esperando en el corredor la órden de marchar al suplicio.
Dieron las tres de la tarde.
La guarnición estaba sobre las armas y el patio rebosaba de soldador; de un momento á otro se esperaban órdenes del cuartel general.
El tiempo transcurria lentamente en tan cruel espera.
Era todavía la hora de los calores pesados que agobian el cuerpo y el espíritu; los vagos rumores de la ciudad se apagaba á veces para dar lugar al sonido del choque de los sables y á las voces de mando de los oficiales.
Dieron las tres y media.
Pocos minutos antes de las cuatro, un ayudante del general Escobedo apareció por fin; traia la órden de suspender la ejecución durante tres dias.
La Sra. Miramón esperaba en su casa el cadáver de su esposo; pasaban las horas lentas, llenas de sangrientas visiones. de pesadas angustias, cuando algunas personas entraron en la estancia á advertirle del plazo concedido á los condenados.
Volvió al lado del general: mas para ahorrarle las terribles pruebas que acababa de sufrir y que se renovarán bien pronto, le suplicó se trasladara á San Luis Potosí para pedir su gracia á Juarez.
No queria partir; comprendia que en tres dias no podia llegar á tiempo.
El lúnes 17 de Junio tomó la diligencia para ir a San Luis, allí encontró el apoyo de los Lics. Riva Palacio y Martínez de la Torre, defensores de Maximiliano, de los ministros de Austria-Hungría y de Prusia, del General Gerónimo Treviño, cuya nobleza de sentimientos jamás fué desmentida y sus instancias tales, que Juarez llegó á vacilar por minutos; pero apareció el Sr. Lerdo de Tejada. El ministro de Relaciones de Juarez, era de talla pequeña, calvo, de nariz aguileña, boca chica y ligera, mente torcida. “Hoy ó nunca, Sr. Presidente consolidaréis la paz de la República.”
El Emperador era el imperio.
El general Miramón jóven audáz, era incontestablemente el primer militar de México.
El general Mejía indio de raza pura era un valiente soldado que gozaba de gran prestigio entre los indios de la cordillera.
Era, pues, preciso que estos tres hombres desapareciesen de la escena política.
Juares, firme en su primera resolución, decidió que hasta el día 19 tendria su verificativo la ejecución.
La víspera de ésta, el coronel Palacio, encargado de la vigilancia de los condenados, cuya benevolencia y simpatía se había captado, entró en la celda de Miramón, quien le dijo:
—Por fin, coronel ¿cuál es el lugar de la ejecución?
—Lo ignoro, general.
—Creo que se ha designado el Cerro de las Campanas.
—También lo creo, balbuceó, el coronel.
—Muy bien, tanto mejor; es un punto culminante.
Miramón veló hasta media noche, hora en la cual el Sr. Lombardo, hermano de la Sra. Miramón, le presentó un telégrama concebido en los siguientes términos: “Todo se ha perdido, adios hasta el cielo. Concha de Miramón.”
Miramón estrujó el papel entre sus dedos.
“No siento la vida, más que por esta mujer, vete, dijo á Lombardo; no faltes mañana al Cerro de las Campanas para asistir á mi muerte, y procura llevar algo con qué cubrir mi cadáver y ocultarlo á las miradas del público.
El general durmió tres horas seguidas, luego tomó chocolate y se vistió; á las seis estaba dispuesto á marchar acompañado de un sacerdote Sr. Ladrón de Guevara.
Al pasar por el corredor encontró á Maximiliano despidiéndose del Lic. Eulalio Ortega.
El sol se levantaba por el Oriente y sus vivos resplandores iluminaban las planicies del valle de Querétaro; algunos rayos alegres penetraban en el patio del convento.
—Qué día tan bello! dijo Maximiliano; no lo hubiera escogido mejor para el día de mi muerte.
El sonido del clarín dejarse oir y Maximiliano que no entendía su significado, preguntó á Miramón si era la señal de marchará la ejecución.
—No sabré decíroslo, señor, es la primera vez que se me fusila.
Una sonrisa amarga vagó por los labios del Emperador.
La hora habia llegado: los condenados subieron en un carruaje y atravesaron las calles de Querétaro en medio de una multitud que se agitaba respetuosa y enternecida, los pañuelos se agitaban á su paso y el sonido de algunos sollozos llegaba hasta ellos. Los condenados saludaban al encontrar algunos conocidos.
Pocos minutos ántes de las 7 llegaron al Cerro de las Campanas, situado á poco más de un kilómetro de la Ciudad; habiéndose bajado del carruaje se encaminaron á pié hasta el lugar designado, junto á un grupamiento de cactus.
El general en jefe de las tropas, I. García de León, mandó leer una órden del dia, por la cual se condenaba á muerte á los que intentaran oponerse á la ejecución.
El sol se hallaba ya bastante elevado en el cielo purísimo, radiando en el azul profundo de estas grandes alturas. El cerro, como una inmensa roca arrojada al azar, en el fondo del valle se elevaba desnudo y sombrio enverdecido en algunos puntos por los cactus y los nopales; un cuadro formado por 4,000 hombres lo rodeaba con las lineas regulares y uniformes de las bayonetas; más allá la multitud agitándose inquieta; al Oeste, la larga faja polvorosa del camino de Celaya; al Oriente, las terrazas blancas de las casas de Querétaro, y muy á lo lejos el espinazo azulado de la cordillera.
El oficial que mandaba el pelotón encargado de la ejecución, se aproximó a Maximiliano, pidiéndole perdón por la orden que iba á verificar.
El emperador distribuyó á los soldados algunas monedas de oro de su efigie, haciéndoles la recomendación de no tirarle á la cara.
Después se dirigió á los generales Mejía y Miramón y viendo que éste se había colocado á su derecha, dijole en alta voz:
“Los valientes deben ser respetados hasta la muerte: general, pasad al lugar de honor.”
Miramón pasó al centro.
Entonces con voz firme, y dirigiéndose á la multitud, continuó:
Mexicanos, los hombres de mi raza y de mi origen nacen para hacer la felicidad de los pueblos ó para mártires; que mi sangre sea la última que se derrame por la redención de este desgraciado país. ¡Viva México!
Miramón habló después:
“¡Mexicanos, ante el concejo de guerra no han pretendido mis defensores más que salvar mi vida; en el momento de comparecer ante Dios protesto contra el nombre de traidor que se ha arrojado á mi rostro, para justificar mi conducta.
El General Mejía levantó los ojos al cielo:
“Madre santísima, ruega á tu hijo me perdone como yo perdono á los que van á sacrificarme.
Estalló el fuego del pelotón y entre las espirales de humo que lentamente se desvanecian, apareció Maximiliano rovolcándose en su propia sangre y exclamando: ¡Hay hombre!
El tiro de gracia acabó con su vida.
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Quincenal de literatura, social moral y de variedades
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LES BAT ET DES VERS
(España)
Silveria Espinosa de Renton
El Mensajero alarmado
Va diciendo á las naciones,
Que las damas,
A pesar del mundo entero
en vez de zurcir calzones,
Están escribiendo dramas.
Y al entenderlo El Heraldo,
Va dando la voz de alerta.
Repitiendo en cada puerta:
¡No habrá quien cosa las medias!
No habrá quien nos guise un caldo,
Si hacen las damas comedias!
*
Y luego El Eco pasando
El ancho mar clamorea:
Ya no hay mujer que no sea
Literata!
¡Mil dramas están forjando,
Y esta epidemia nos mata!
Y en medio de la plegaria,
La noticia funeraria
Va corriendo:
Y desde el niño de escuela,
Hasta el galante Orihuela.
Van diciendo;
“Si estas nuevas no son bolas
De la gente,
No bajan de cien las damas
Españolas.
Que están escribiendo dramas
Actualmente”
“Mas si está de enhorabuena
Nuestra escena
Los varones
En vez de trajes de gala
Debemos vestir crespones,
¿Que estamos de enhoramala,”
Señor! por tus cinco llagas,
Reprende ese sexo impio,
Pues si da en hacer comedias
Quien Dios mio,
Nos remendará las bragas
Y las medias?
Mas ¡oh tendencia dañina,
La tendencia femenina!
Un placer,
Es el que haya en revelarse.
En replicar y obstinarse
En el mal toda mujer!
Llega á los Andes la nueva
Y las buenas hijas de Eva,
Al ori
Tan alarmante noticia,
Con refinada malicia.
Se pusieron á reir;
Y al saber que los varones
Gasas de duelo y crespones
Vestirán!
Y que á Dios piden reprenda,
Castigue, si no hay enmienda,
A las bisnietas de Adan;
Piden papel y tintero
Y llamas al cancionero
Alfaquí
Y por mostrar cuanto le odian
Sus mismos versos parodian
Bien ó mal diciendo así:
“Si estas nuevas no son bolas
De la gente,
Si pasan de cien las damas
Españolas
Que están escribiendo dramas
Actualmente
Cuando está de enhorabuena
Nuestra escena
Los varones,
En vez de trajes de gala,
¿Quisieran vestir erespones
Y enviarnos enhoramala?…..
¡Señor! por tus cinco llagas
Da por esposa al inpío
que nos vede hacer comedias,
Una que sólo, Dios mio,
Le sepa zurcir sus bragas
Y sus medias!
Una que vaya á su lado;
Sin hablar de otros asuntos,
Que de ese asunto elevado,
Portentoso,
De la ciencia de los puntos
De las medias de su esposo,
*
Una que nunca le diga,
Ni en verso ni en linda prosa,
Las palabras que prodiga
Con angelical dulzura
*
Niña esposa
*
Al dueño de su ternura:
Una lindísima prenda,
Sin alma ni entendimiento,
*
Un jumento
*
Que conozca su sendero,
Y los goces no comprenda
De la pluma y el tintero.
Da señor, á los varones
Que deploran la manía
De las damas,
En vez de negros crespones,
Esposas de cafrería,
Que no hagan versos ni dramas;
Mas al que acepte contento
Los versos de las mujeres,
Da una linda compañera
*
Que prefiera
*
Al brillo de su talento
La gloria de sus deberes.
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La Dalia y la Violeta
María Verdejo y Durán
Es la beldad flor temprana,
que haciendo de orgullo alarde
se abre al sol de la mañana,
y muere al sol de la tarde.
*
Y es resplandor tan precario
el que al hombre el oro ofrece
Que á un soplo de viento vario
cual humo se desvanece
*
Mas la flor de la virtud
nunca estéril se consume,
pues de eterna juventud
conserva el grato perfume.
*
Ni fugaz pasan la pura
y hermosa luz de la ciencia.
porque es tesoro que dura
miéntras dura la existencia.
*
Si las juntas, no te asombres,
te darán por tu desvelo,
la una el culto de los hombres
y la otra, el amor del cielo.
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La Dalia y la Violeta
(APÓLOGO)
Ercilia García
Orgullosa se mecía
En su tallo simbreador
Una dalia primorosa
De hermosísimo color.
Entre las flores salía
Su belleza soberana
Sin mostrarse temerosa
De deshojarse mañana.
*
Mil endechas amorosas
Cantábale el ruiseñor;
Mas ella sólo miraba
De su belleza el primor.
Las canciones deliciosas
Del pintado colibrí
Ella ufana despreciaba
Con orgullo baladí.
*
—«Soy la reina de las flores
Decía con altivez,
Ninguna puede igualarme
En pureza y esbeltez.
Mis encantos seduetores
Evitarlos no podrán,
Que vienen para admirarme
Los pájaros con afán.
*
Oye entonces un acento
Una voz angelical,
Sonora, dulce divina,
Cadenciosa, sin igual.
Al oirla cruel tormento
La hermosa Dalia sintió,
Aquella voz peregrina
Todo su ser conmovió.
*
—”¡Ay! modera tu entusiasmo
Vanidosa y póbre flor,
Es muy poca tu belleza
Es muy poco tu valor.»
La Dalia inclina su rama
Con soberbia vanidad,
Buscando entre la maleza
Quien hirió su dignidad.
*
Escondida entre el follaje
Dice la voz con dulzura:
—No puedo alzarme altanera,
Que mi existencia es oscura
Entre tu mismo ramaje,
Entre mis hojas metida
No pienso cual tú siquiera
Ser por todos conocida.
*
—Necia eres florecilla
Dice la Dalia sonriendo,
Quieres compararte á mí
Mi belleza conociendo.
Tu follaje está á la orilla
De una fuente cristalina
Verás tu retrato allí
Y mi hermosura divina.
*
«Mas ¿quien eres florecita
Que tu aroma me deleita?
¿Por qué te escondes, quien eres?
—Soy ¡oh Dalia, la Violeta.
—¿De quién eres favorita?
—Del inspirado cantor
Del poeta que deifica
Cuanto mira al rededor.
*
«Hermosos son tus colores
Que el sol con sus rayos dora.
Mas nadie se acercará á tí
Porque eres flor inodora.
¿Que valen, pues, tus primores?
Desecha ese orgullo vano
Que no tienes ¡ay! de mí
El perfume soberano.
*
Calló la dalia humillada
Ante la humilde Violeta…
Cayó la flor deshojada
Mustia, sin color y yerta.
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La noche triste
Leyenda Mexicana
J de L
I.
Con la muerte de Moctezuma II, fué electo rey de los mexicanos el valiente Cuitlahuac, que desempeñaba en el anterior reinado el cargo de jefe de los guerreros,
Cuitlahuac, por su arrogante presencia, por su valor y por su acendrado patriotismo, fué acogido por todos los mexicanos con inmenso júbilo.
Hermano del supersticioso Moctezuma, si sus ideas se hubiesen llevado á cabo, Cortés jamás penetrára á la capital; por tanto, al ceñir la corona fué tal su ódio á los españoles que á él cabe la gloria de ser héroe de la batalla que originó la famosa Noche Triste de Cortés.
II.
La noche del 1º de Julio de 1520, el día siguiente de haber muerto en el cuartel de los conquistadores el tristemente célebre rey prisionero, Cuitlahuac se puso al frente de un numeroso ejército de leales y salió al encuentro á las tropas de Cortés en la calzada de Tlacopan, donde los guerreros españoles sufrieron la más terrible derrota,
Atacado el gran capitan por todos los lados, dispuso la retirada, la que verificó con gran dificultad, sembrando el camino de heridos y muertos que le ocasionaron las certeras flechas de los naturales.
Los españoles que sobrevivieron á aquella memorable jornada se dirigieron rumbo á la calzada de Tacuba, dando Alvarado en su fuga aquel célebre salto que la historia ha consignado á manos de los que le perseguían de cerca.
Llegado Cortés á un lugar solitario y viendo que ya no era perseguida su gente, hizo alto con su destrozada columna y pasó revista á sus compañeros.
Dos partes del total de sus amigos habíanse quedado en poder de los guerreros indios,
El andaz jefe, algo conmovido, se dirigió á un frondoso ahuehuete que halló oercano, é hincándose junto á su tronco, oró y lloró por sus compañeros muertos y prisioneros.
Desde esa noche el árbol se hizo célebre y ha continuado llamándose “De la noche triste.” (1)
_____
- Existe[1] en el pueblo de Popotla, á cuatro millas de la Capital de México.
III.
Siete días despues, el 8 de Julio de 1520, Cortés se dirigió á Tlaxcalla, hallándose de nuevo frente á numerosas fuerzas que le esperaban en Otompan, (Otumba) tratándose una bárbara lucha entre españoles y naturales, la victoria estuvo indecisa, pero como á ese hecho de armas no asistió Cuitlahuac, los conquistadores vencieron á los indios, no sin perder gran número de soldados, y continuar su retirada á Tlascalla.
Entre tanto, los mexicanos, en la creencia de que habían escarmentado á Cortés, se dedicaron á reponer en la Capital los desastres ocasionados por la guerra, y hasta el día 7 de Setiembre de aquel año, no ocupó el sólio el valiente defensor de la integridad y el héroe de la derrota del jefe de los hijos del sol.
La fiesta de la coronación fué espléndida y en ella se sacrificaron muchos prisioneros españoles.
Apenas revestido Cuitlahuac de la túnica imperial; mostró gran empeño en la guerra, mejoró las fortificaciones, envió cuantiosos socorros á las provincias, excitándolas á la defensa contra los extranjeros y prometió absolver de todos los títutlos á los pueblos que obsequiaran su mandato y fueran dignos de llevar el nombre de mexicanos —Esta noble conducta en los momentos en que el rnino sufría los horrores del hambre y de la epidemia de viruelas, enfermedad desconocida en el país y que fué importada por un negro africano, que vino á bordo de los buques de narvaez, no fué tomada en cuenta por muchos caciques, que prefirieron el baldón de venderse ó aliarse al extranjero, ántes que morir como buenos en defensa de la integridad de su patria.
Cuitlahuac, cuando se consideraba capaz de arrojar de su reino á Cortés cayó enfermo de viruela y sucumbió el 25 de Noviembre á los ocho días de haber heredado la corona de México.
El valiente guerrero orgullo del pueblo mexicano, ha dejado una página brillante en la historia del Nuevo-Mundo, y su nombre está grabado con letras de oro en el recuerdo de la Noche Triste.
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Pie de página
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Sombras
Montemorelos, Junio 22 de 1888.
María M. Browne
―
Huid de mi memoria, engañadoras
Sombras que noto en el inmenso abismo,
No quiero recordar tranquilas horas,
Del destino es mi mal el eco mismo.
*
No quiero ya ilusiones, no alegrías,
Desprecio la esperanza, odio la calma,
Tan sólo en vuestro altar, lágrimas mías,
Dejad que su fé pura guarde el alma.
*
Nacida para amar…… mis sueños locos
Al corazon mostraron mis venturas;
De gozar los mementos fueron pocos;
Después……? quedó el dolor, las amarguras,
*
El hado de mi suerte dolorida
Mató mis ilusiones una á una,
¿Qué encantos para mí tiene la vida?
¿Aguardo una esperanza? No; ninguna!
*
Por eso en el santuario de mi alma
Guardé como recuerdos del pasado
Esa flor que perfuma aquí en la incalma
Del ayer el feliz sueño dorado.
*
¿Pero á qué evocar gratas memorias
Para herir sin clemencia al corazón?
Sois las sombras de ideas ilusorias,
Eco triste de fúnebre canción.
*
Huid, ya para siempre; no pretendo
Alimentar mi mente con engaños,
Mi dicha es imposible, lo comprendo,
Imposible olvidar mis desengaños!
*
“Esperad” fué la voz de mi destino,
Y esperé resignada su sentencia;
Para hallar un abismo en mi camino
Y sombras que oscurecen mi existencia.
*
¡Las sombras por doquiera! Noche oscura
Para mi será el resto de mi vida,
Solitaria y hundida en la tristura
Al goce daré eterna despedida.
*
Murieron para mi tranquilos días,
La luz de la esperanza huyó de mi alma,
Obedezco del hado las porfías,
Y muerto el corazón…… no busco calma.
*
¿Que importa el reposo? que la vida?
Soy sombra de mis sombra, soy la nada,
Del ayer se acabó la paz querida……
¡Sombras huid! dejadme abandonada
*
Y en el santuario en que mi amor descansa
Allí estará tranquila mi pasión,
Allí mi fé; mi dicha mi esperanza……
El más allá que anhela el corazón.
Tomo I Monterrey
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La mujer en México
(El Correo de las Doce.)
F.G.
―
Salvo honrosísimas y muy contadas excepciones la mujer en nuestro país se encuentra én el estado moral, que tuvo en la época de nuestros mayores. Estiéndese por todas partes y crea nuevos horizontes la enseñanza del hombre; pero el ser débil, la mujer, continúa sometida á las faenas domésticas exclusivamente, ni más ni ménos que una honrada ma de gobierno.
Desde los primeros pasos que dá en la vida se le nutre en la idea de la obediencia pasiva, se exagera la debilidad de su sxo, la inferioridad de sus facultades intelectuales, que le impide luchar con su competidor el hombre, su señor natural. En las establecimientos privados de educación se le enseña á los que se llama el Santo temor de Dios traducido por la creencia ciega de todo lo que quiere el buen director espiritual y cuando ha leído cancaneando el Fleury, conocido de cuerito á cuerito los preceptos del padre Ripalda y las cuatro reglas de aritmética ha llenado ya su misión sobre la tierra, ¿Qué más necesita saber la mujer? Síguese luego la educación del adorno, el bordado en todas sus variedades, el piano, la costura, el conocimiento del cocinero mexicano, para saber confeccionarle arroz á la valenciana ó los chiles rellenos, La Señorita está yá en disposición de presentarse en sociedad bajo la dirección siempre de la mamá que á su vez no conoció del mundo otra cosa, ó de alguna tía solterona que tiene el horror al matrimonio. Y esta niña así educada será mañana madre, pasarán sobre ella terribles deberes, sufrirá el embate de las pasiones, sin más guía que su conciencia, sin más elementos que la pureza de su corazón. Su único entretenimiento desde que tiene la conciencia de ser mujer, son las novelas ¡y Dios sabe cuales! Busca en el mundo para entregarle su corazóu y su cuerpo, virgen purísima, á algunos de aquellos tipos magistralmente pintados por Dumas ó E. Sué, algún espada chín de la edad media, capaz de herir á diez de una sola estocada, vencedor, y jamás vencido, entregándose tierna paloma en las garras de feroz milano. Si más tarde la miseria toca á las puertas del hogar, contra ella no tiene más recursos que sus lágrimas, más esperanza que su santa resignación. Orar y pedir al Dios Supremo algún milagro de los que é puede hacer cuando se le pida con fé, es talismán, y mientras consolada espera, los niños acurrucados en algún rincón tiritan de frío y lloran de hambre, que es impotente para acallar. Maldice entonces aquella educación que le impide buscar el pan para sus hijos.
Tiempo es ya de acabar con tan pernicioso sistema. La mujer es tan inteligente quiza más, que el hombre, y su espíritu es digno de ser levantado. La mujer ese ángel del hogar, no nació exclusivamente para formar las delicias del sexo fuerte. Puede y debe tener caudal bastante de instrucción para bastarse así misma y ser más tarde el guía experto, inteligente de sus hijos. Las ciencias y las artes la brindan con sus encantos. Romper con esas preocupaciones del pasado que ponían barrera infranqueable al sexo débil, segregándola de los mundos del saber. ese debe ser el esfuerzo constante y poderoso de la sociedad actual.
En la capital de la República ha sido acordado el título de Médico cirujano á la Srita. Montoya.
¡Cuán duro fué el aprendizaje de esta Srita!
¡Criticada por todas partes, zaherida por todas las mujeres, calificada con los epitetos más virulentos, pero ella firme en su propósito, adquirió una corona, tanto más valiosa, cuando que fué conseguida á costa de mayores sacrificios.
Es de esperarse que las jóvenes mexicanas, animadas de ejemplo tan digno de ser imitado, sigan por el camino trazado ya por la Srita. Montoya.
Nosotros no tenemos más que estas palabras que dirigirles.
Valor y constancia.
Tomo I Monterrey
Junio 15 de 1888. Número 16.
Quincenal de literatura, social moral y de variedades
Dedicado a las familias.
Sueltos
QUEJAS.
Habiéndo recibido varias quejas de nuestros agentes de fuera de esta capital, por no haber llegado á su poder algunos números de La Violeta, lo pusimos en conocimiento del Sr. Administrador de Correos de esta ciudad, y este señor, que siempre procura cumplir con su deber, dirigió una enérgica circular á los Administradores y agentes de Correos á fin de que indaguen escrupulosamente el paradero de los paquetes extraviados y se entreguen á sus dueños.
Damos las más cumplidas gracias al Sr. Padilla, administrador de Correos en esta ciudad, por tan señalado servicio.
NUEVAS COLABORADORAS.
Tenemos el honor de agregar á nuestra lista de colaboración los nombres de las inteligentes Señoritas Josefina Campos, de quien ya nuestros lectores conocen algunas hermosas y sentidas producciones, Virgina Marto y Josefina Jiménez.
Con la cooperación de tan aprovechadas señoritas, esperamos darle mayorinterés y amenidad á nuestro pequeño periódico.
TARJETA.
Una muy elegante recibió nuestra directora, en la que se le anuncia el bautizo del niño Filiberto Arturo, que nació en Montemorelos el 22 de Agosto de 1887 y se bautizó el 5 del corriente mes y año; siendo sus padres el Sr. Manuel Ballesteros y nuestra distinguida colaboradora Sra, Julia G. de la Peña de Ballesteros y sus padrinos el Sr, José Z. de la Peña y la Srita Elena Welsh.
Hacemos votos sinceros porque el tierno infante se logre para contento de sus amorosos padres y para honra de su patria.
“LA PRENSA LIBRE.”
Mucho agradecemos á este ilustrado y galante bisemanal neolaredense, las bondadosas y sentidas frases que nos consagra en un párrafo de su número 75.
La Violeta, vivirá eternamente reconocida á la fina galantería de La Prensa Libre.
NUESTRO PERIODICO.
Habiendo arreglado de un modo conveniente la administración de nuestro quincenal, de hoy en adelante se publicará con religiosa exactitud, y nuestros agentes y suscritores foráneos la recibirán con la debida oportunidad.
Los agentes y suscriptores que residen en los pueblos por donde pasa el F.C.N.M., recibirán La Violeta el mismo día de su publicación.
Creemos que quedarán contents nuestros abonados.
REPRODUCCIONES.
El Colegio Independencia, de Mazatlán reproduce el artículo de nuestra colaboradora, Srita Josefina Campos, intitulado “La Mujer, Conveniencia de su instrucción;” Las Hijas del Anáhuac de México, el artículo “Confidencias” de nuestra Directora; y La Unión Liberal de Durango y El Heraldo de San Antonio Texas, la poesía, también de nuestra Directora, intitulado “La Música.”
Muy reconocidas quedamos á la honra que tan ilustrados colegas dispensan á las humilde producciones de La Violeta.
SEÑORES SUSCRITORES
Muy atentamente nos permitimos suplicar á vds. se sirvan pagar á nuestro repartidor en el acto de recibir La Violeta los diez centavos que importa el ejemplar, pues deben comprender que se necesitan los fondos para satisfacer los gastos que se erogan en la publicación de nuestro periódico que no cuenta con más elementos para su sostenimiento que el producto de sus suscriciones.
Esperamos que no será desatendida nuestra súplica.
¡PASO A MEXICO!
Al dedicar un párrafo muy merecido á La Palmera del Valle, hermosa publicación que vé la luz en Guadalajara, escrita por la inspirada poetisa jalisciense, Sra. Refugio Barragan de Toscano, El Parral de Chihuahua, dice, bajo el rubor que encabeza este párrafo, lo siguiente:
“Tenemos ya tres publicaciones predilectas “La Violeta” de Monterey, “Las Hijas del Anáhuac” de México y ahora “La Palmera del Valle.”
Todas las tres nos son simpáticas porque son el augurio de un nuevo y brillante porvenir para la mujer.
Ese grupo ó parbada de níveas palomas, es el primero que extendiendo sus sedosas alas, tiende su vuelo hacia la rosada aurora del Progreso.
Seguid, palomas de Patria mía. Seguid y baños las primeras en esos efluvios de nacarada luz, que allí os seguirán otras y otras y a todas, nuestro amor, ya que la vida nos falta para acompañaros.”
Tomo I Monterrey
Junio 15 de 1888. Número 16.
Quincenal de literatura, social moral y de variedades
Dedicado a las familias.
Opinión de la prensa
(Continúa.)
“LA VIOLETA.”
Con grande placer leímos los números 11, 12 y 13 de esa amena é instructiva publicación que en Monterey redactan varias apreciables Señoritas. Verdaderamente su lectura es deleitable, como el suave aroma de la modesta flor que lleva por nombre. —(Momo, San Gabriel, Jalisco.)
“LA VIOLETA.”
Quincenal de literatura y variedades, que se publica en Monterey, N.L. ha tenido la bondad de corresponder á nuestra visita remitiéndonos los números 11, 12 y 13 de su publicación.
“La Violeta” está redactada y dirigida por señoritas de aquellas capital, quienes desde luego merecen nuestro profundo respeto por sus nobles y levantadas aspiraciones: el mejoramiento de su sexo por el saber y la virtud, flores inmarchitas del espíritu.
Unimos, pues, nuestros aplausos á los que justamente han tributado muchos colegas á las producciones de “La Violeta;” y deseamos para sus redactoras y colaboradoras —unas muy lindas y todas muy dignas— por premio de sus loables esfuerzos, luz del cielo; para su inteligencia, dichas sin fin. —(El México-Tejano, San Antonio, Texas.)
“LA VIOLETA.”
Ultimamente nos han favorecido las oportunas visitas de ese interesante y simpático quincenal que se publica en Monterey y está redactado por Señoritas: ningún nombre se le habría adaptado mejor que el que lleva: la violeta es el poético emblema de la humildad y la modestia, las más preciadas virtudes de la vírgen cristiana.
Al recorrer sus páginas parece que exhalan delicado perfume, y el estilo, fácil y elegante en que están escritas, habla muy alto en favor de la ilustración y cultura del bello sexo regiomontano. Monterey debe ser sin duda una culta población, pues donde el nivel intelectual de la mujer se halla á mayor altura, la civilizacion y el progreso brilan con sus más refulgentes esplendores.. —(El Cronista, Irapuato.)
“LA VIOLETA.”
Este es el título de una publicación literaria que escriben dos inspiradas poetizas Neoleonesas.
Entre el montón de hojas políticas que recibimos en cambio de La Unión Liberal encontramos cada quince días La Violeta, como entre las breñas del bosque se encuentra una flor aromosa y pura, como en las ardientes llanuras del desierto, suele hallarse un manantial de cristalinas aguas.
En la publicación de las Señoritas Ercilia García y María Garza González, se aspira el suave perfume de la modesta vírgen de las ondas que le dió su nombre.
En obsequio de los lectores de este semanario, reproducimos hoy en la sección correspondiente, una de las preciosas composiciones que publica La Violeta. —(La Unión Liberal, Durango.)

