Tomo I Monterrey
Junio 15 de 1888. Número 16.
Quincenal de literatura, social moral y de variedades
Dedicado a las familias.
El Bengalí
(Balada)
En otro tiempo el Bengalí, dejaba oir su argentina y melodiosa voz.
Por las tardes á la hora en que el sol tiñe de púrpura las nubes, se oían sus seductores trinos.
Al escucharlos, los ruiseñores envidiosos enmudecían: las mariposas enternecidas se posaban en las flores; las flores embriagadas entreabrir sus corolas; y cuando desde lo alto del cielo una golondrina pasajera oía al melodioso cantor; ésta golondrina alucinada descendía olvidaudo su viaje, olvidando su patria.
El Bengali se apasionó de una rosita blanca, que apenas contaba de vida el sol de un día.
Cantaba con ella y para ella.
Con su voz. ora pausada y triste como una plegaria, ora viva y gozosa como una esperanza, el Bengalí le decía:
—Conozco muchas flores hermosas, rojas como un coral, azules como el cielo, brillantes como las estrellas, otras que se adormecen sobre el espejo de las fuentes; algunas que se ocultan en las sombras de los bosques; otras que crecen en las orillas del mar cuyos perfumes acompañan largo tiempo á los marinos que se ausentan…………………………………………………
Pero las flor aromática que perfurma las brisas del mar, la misteriosa que se esconde en los bosques, la coqueta que se mira en el cristal de la fuente, todas son menos bellas que tú, mi querida rosa blanca. Amémonos flor adorada; sin tu amor el Bengalí no puede vivir.
—¡Y tus alas! respondió la rosa temblando; el ave vuela, la flor……… ¡ay de mi! no hiende los aires más que cuando está deshojada y marchita.
—Los corazones amantes no tienen alas, suspiró el Bengalí.
—Ven, dijo la flor, mi coral blanca te ofrecerá sus perfumes.
Llegó la noche…… el cielo iluminó aquellos amores con la luz de sus estrellas, y hasta la madrugada las brisas perfumadas mecieron suavemente á la rosa y al cantor. Pero á los primeros rayos de la aurora la rosa moría y el Bengalí lloraba.
—Génio del aire, decía, privadme para siempre de la luz que me habeis dato y conceded en cambio un día más de vida siquiera á mi adorada rosa.
—No; murmuró la rosa muribunda, canta, canta Bengalí. Tu me has amado y tu amor me ha hecho feliz……… …..
¡Cuantas flores hay en la tierra que mueren sin ser amadas!
—¡Adiós, adiós! ¡Acuérdate de mi!
Don mil años han pasado desde que murio la rosa, y en estos dos mil años el Bengalí nó ha vuelto á cantar! Nunca ha vuelto á amar.
Su corazón no es más que un recuerdo,
¡Su voz no es más que un gemido!

