Tomo I Monterrey

Junio 15 de 1888. Número 16.

Quincenal de literatura, social moral y de variedades

Dedicado a las familias.

La amigas

María Garza González

(CONTINUA)

SEXTA CARTA DE ENRIQUETA

Linares, Octubre de 1883.

Inolvidable María: —¡Oh qué penosa vida es la del matrimonio! ¡Bien haya la que no piensa encadenarse con tan pesada carga! Todo camina bien por una senda cubierta de flores, desconociendo los afanes, mientras no hay familia; pero al venir ésta todo cambia.

Hay quien diga que el matrimonio sin familia es caminar por un desierto, y en mi concepto no hay tal; verdad que á los hijos se quieren con toda el alma y no hay palabras capaces para expresar el cariño que siente por ellos; pero es tan penoso y se sufre tanto para su crianza que no se puede ya disfrutar de ninguna tranquilidad. ¡Adiós paseos y distracciones! ya se acabaron aquellos días de contento, ¿qué digo? si ni aun siquiera se puede dormir á gusto.

Figúrate qué noches pasaré con mi niñito tan necio, verdad que yo no lo veo entre la noche, la nodriza es quién tiene este cuidado; pero su llanto me quita el sueño, y más que todo la pena que siento al verlo enfermo; quisiera con el alma darle la salud, y me concreto á buenos deseos porque no me es posible conseguir lo que anhelo.

El médico no se separa de su lado, propinándole los medicamentos que juzga á propósito, y sólo se consigue que se restablezca algunos días, para estar en peor estado después. ¡Pobrecito! está tan endeble que abrigo muy pocas esperanzas de que se salve; su papá está muy pesaroso y no perdona medio ni sacrificio por conseguir su salud; le procura distracciones y le ha cambiado de nodriza y parece que es en vano, porque no quiere ni aun tomar el alimento; en fin ha sido un puro penar y Dios sabe cuando terminará esto. 

Compadéceme, querida amiga, y hasta otra vez.

—ENRIQUETA.

SEXTA CARTA DE ELENA

Corpus Christi, Noviembre de 1883.

Querida mía: —La tarjeta que te adjunto es la del bautizo de mi niña, por ella sabrás el día y fecha en que vió la luz primera así como su nombre de pila: conserva este recuerdo de mi querida Elisa, que para mi es de imperecedera memoria.

El día que mis labios dieron el primer beso de madre ¡qué impresión tan grata sintió mi corazón! ¡qué inefable dicha, y qué de sentimientos encontrados experimenta mi alma al acercarme á mi hijo é imprimir en su frente el ósculo de amor! Una lágrima y un suspiro se escaparon de mi pecho; lágrima de regocijo, porque no hay dicha comparable como ver entre sus brazos al precioso ser á quien se ha dado la vida; y un suspiro porque en mi cariño de madre pensé en el porvenir y consideré cual sería su destino.

Ahora comprendo más difícil mi situación. ¡Qué responsiva para una madre! y qué ¡tacto y que finura para su educación se necesitan! ¿Podré cumplir con la misión que me he impuesto? No lo se, confío en los buenos autores que nos enseñan á desempeñar estas tareas: en las mujeres modelos que me servirán de guia y en los consejos de mi sabia mentora, que jamás me faltan. También á tí recurro, querida amiga, dime, indícame algo, en lo que has leido para la educación de la familia.

Veo que es más fácil decir que hacer, pero el tiempo dirá cómo he cumplido con mis deberes de madre, y pondré todo lo que esté de mi parte, todo el esmero posible por lograr una niña de buen corazón y finos sentimientos. Y ¿cómo nó si en ella va mi interés? Se trata del porvenir del ser que más quiero en la vida, y nada serán los sacrificios que me imponga por él.

Adiós por hoy, amiga querida; acuerdate siempre de

—ELENA.

Tomo I Monterrey

Junio 1 de 1888. Número 15.

Quincenal de literatura, social moral y de variedades

Dedicado a las familias.

REMITIDO

El siguiente fué enviado por la Directora de este periódico á la prensa de esta capital.

S. C. Mayo de 1888.―Sres. Redactores de “El Pueblo.” ―Presentes.― Muy señores míos:

Mucho estimaré se sirvan de vds. dar lugar en las columnas de su acreditado periódico, á la siguiente aclaración que juzgo muy necesaria.

En el último número de mi periódico “La Violeta,” vió la luz pública un soneto denominado “Contraste” calzado con mi nombre, lo que mucho me sorprendió, puesto que esa producción confieso ingenuamente no ser mía. Llamará mucho la antención de los lectores el haber aparecido en un periódico en el cual figuro como directora, una producción calzada con mi nombre; y es de mi deber hacer la aclaración que corresponde.

Hay una persona encargada de la publicación de “La Violeta,” á quien se le entregan los originales, y está autorizada para corregir las pruebas y dirigir la formación conforme á mis indicaciones; así es que yo no veo el periódico sino hasta cuando está ya impreso.

Inmediatamente hice venir al encargado de la publicación, y después de las explicaciones necesarias, se sacó en claro lo siguiente:

Que hace algunos días un joven cuyo nombre no viene al caso citar, le dió unos versos para que los viera y dizque se los corrijiera, y que él, el encargado, haciendo poco caso se los guardó en el bolsillo sin leerlos y sin volverse á acordar más de ellos. Se le dieron los originales del último número de “La Violeta” y él á su vez, los pasó al impresor, entre los cuales dió también, sin fljar su atención en ello, los versos relacionados que cree son el soneto en cuestión, que los cajistas pararon. Al correjir las pruebas notó que le faltaba la firma, y dice: que juzgándola producción mía, tuvo á bien calzarlo con mi nombre.

De cualquier modo que sea, semejante error me ha causado serio disgusto y como no pretendo aparentar lo que no soy ni valgo en literatura, ni mucho menos apropiarme lo que no me pertenece, me apresuro á hacer esta necesaria aclaración. para que el público no juzgue mal de mí, sin ser acreedora á ello.

Ahora bien; como “La Violeta” no ve la luz sino hasta el día 15, me valgo de este medio, para deshacerme de lo que indebida é involuntariamente se me adjudicó.

Conste, pues, que el soneto denominado ‘Contraste’ que vió la luz en el último número de “La Violeta,” no es mío, y que sólo una fatal circunstancia, muy agena de mi voluntad, hizo que apareciera calzado con mi nombre.

Suplico á vds., señores R. R. se sirvan llamar la atención de sus lectores sobre este remitido, y aceptar las más cumplidas gracias por el favor.

De vds. atta. servidora.

Ercilia García.

Tomo I Monterrey

Junio 1 de 1888. Número 15.

Quincenal de literatura, social moral y de variedades

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Las amigas

(CONTINUA)

María Garza González

QUINTA CARTA DE ENRIQUETA

Linares, Agosto de 83

Querida amiga.― Un gran acontecimiento es el que tengo que comunicarte ahora; no sé hasta donde ponderarte la satisfacción y el contento de que me hallo poseida al conocer el verdadero cariño, el que puede llamarse amor de amores, unico dia feliz que he tenido en mi vida en el que fui madre de un niño, el que tengo placer de ponerlo á tus órdenes.

Pero junto con la satisfacción viene el desencanto, tal vez por esto es más grande el cariño, por aumentar los sacrificios, y las penalidades, por la escasez de sirvientes la mujer que está encargada de mi asistencia tiene tanta calma para el desempeño de sus funciones que se le pasan las horas y no sabe cuando se le da el alimento á un enfermo.

Y no es esto todo, mi esposo no ha perdonamedio por conseguir una nodriza y al fin la que se comprometió á la crianza del niño se despedirá luego que se consiga otra, porque tiene mal calor y temo que esté enferma, lo que será nocivo á la salud del recién nacido.

En fin este pedazo de mi vida es el contento de todos; su papá está gustosísimo con él, igualmente que su familia; yo que soy la más feliz estoy orgullosa de que mi hijo sea el objeto de tanto cariño y, como es pequeñito, temo se desbarate á las demostraciones de afecto.

Quizá tenga acierto para cumplir con mis deberes de madres.—Enriqueta.

QUINTA CARTA DE ELENA.

Corpus Christe, Setiembre de 83.

Estimada amiga: Prometí hablarte de la familia del General X. y ahora cumplo la promesa, por ser las acciones de la esposa de este señor, dignas de mencionarse; es madre de una numerosa familia, afable y prudente; dechado de virtudes y modelo de esposas; su hijo mayor que cuenta doce primaveras, á pesar del cuidado que ha puesto la madre en su educación moral, adolece de algunos defectos propios de un joven inexperto.

Una tarde que me encontraba de visita en la casa entró una de las niñas, jovencita de diez abriles, con lágrimas en los ojos, porque su hermanito la había reñido; la prudente madre llamó al niño y, averiguada que fué la causa del pleito, encontró la justicia de parte de la niña; entonces fué acreedor á una severa reprensión el jovencito, quién se enterneció con las justas palabras de la madre y sacando un pañuelo del bolsillo se enjugó las lágrimas que bañaban su semblante.

La señora reconoció el pañuelo y le preguntó qué de donde lo había adquirido, á lo que contestó el niño que su hermanita lo había bordado y regalado un día antes.–“Lo vez–dijo la señora,—y así pagas el cariño de tu hermana abusando de su debilidad para reñirla.

Estaban en esto cuando se presentó un amiguito del niño á invitarlo para una excursión por el mar á pescar ostras, y antes de concederle el permiso hizo que leyera en un libro de educación el castigo que un padre dió á su hijo por que levantó la mano para su hermana menor, el cual fué jubilado por ocho días.

Convencido el niño con tan buenos argumentos humildemente pidió perdón de su falta, protestando no volver jamás á mostrarse tan inhumano con sus hermanas menores.

Esto, querida amiga, me llenó de encanto; la manera tan fina que tiene esta excelente señora para educar á su femilia es digna de imitarse; desde entonces mi amistad ha sido más estrecha, además, su trato tan distinguido es un libro abierto para mi, que me enseña los portentosos secretos de saber gobernar la casa, y de cumplir con la misión más sagrada para la mujer; cual es la de cuidar de la educación de la familia.

Yo te prometo imitarla en todo y ser su sombra.―Elena.

(Continuará.)

Tomo I Monterrey

Mayo 1 de 1888. Número 14.

Quincenal de literatura, social moral y de variedades

Dedicado a las familias.

La amigas

(Continua.)

María Garza González

Cuarta carta de Enriqueta.

Linares, Junio de 83.

Mi tierna compañera:

¡Cuánto placer esperimento cada vez que leo tus cartas! En alas de mi fantasía vuelo á esa mi querida Monterey, y veo con los ojos del alma aquellos parajes que me son tan queridos; con tus descripciones asisto á las fiestas, paseos y tertulias que pasan, y que me haces favor de reseñarme con notable oportunidad y acierto.-

Cuando más melancólica estoy, por los recuerdos de otra época más feliz que pasó para ya jamás volver, vienen tus eficaces pormenores á ser un bálsamo á mi alma contristada: son noticias que estoy ávid de obtener.

No dejes de continuar de la misma manera, mitigando mis cuitas con tus vivificantes palabras; háblame siempre así, yo te agradezco en lo más íntimo de mi alma que me tengas al tanto de las novedades que haya en la metrópoli fronteriza, y me hagas una detenida explicación de las modas que estén en uso.

Ahora no he salido á ninguna parte, pero es casi probable que en estos meses del verano los pase en una de las haciendas por aqui se siente con exceso el calor; mi enfermedades se han hauyentado un poco, aunque no del todo; pero ya casi ni las siento, porque son tan buenas las familias de esta población, que me procuran distracción y no me dejan sola un momento, para que deseche mi melancolía; yo por mi parte procuro complacerlas, tanto por la bondad que me manifiestas, como por la tranquilidad de mi esposo, quien no perdona medio por mi salud y contento.

Próximamente tendremos un magnífico sarao entre lo más selecto de la sociedad, donde pienso estrenarme un traje, y como deseo que se me arregle a mi gusto, te suplico me suscribas á La Moda Elegante, y encargues al Sr. Arteche, me haga favor de remitir con puntualidad los figurines ultimamente recibidos; de esta manera no temeré presentarme en reunión alguna, porque mis vestidos corresponderán con la categoría y época en que se usan.

Es muy ridículo presentarse una con un vestido que ya haya pasado de moda, y como yo siempre he ido con ella no puedo prescindir de esa costumbre.

Hasta otra vista. Tu amiga que te estima como siempre.

―Enriqueta.

CUARTA CARTA DE ELENA.

Corpus Christe, Julio de 83.

Mi querida Maria:

Grata es la noticia que tengo que comunicarte, porque no hay mayor placer que el ver el fruto de su trabajo, como en nosotros pasa, cual es el de no ser inquilina en la casa que habito, es de mi propiedad; hemos logrado con el asiduo trabajo hacernos de una regular finca de madera, porque no se consiguen de otras aquí, pero en buenas condiciones, y con facilidad de ensancharla para establecer un comercio si se le concede á mi esposo jirar por su propia cuenta.

Verdad es que él no cuenta con más patrimonio que su trabajo, pero disfruta de un regular sueldo y con actividad y constancia creo que muy en breve nos concederá el cielo mejorar de situación: además, desde que vivo á su lado ha cambiado su método de vida; por que solo y sin las exijencias de una familia se cuidaba poco de economizar; sus gastos eran muy crecidos, y hasta algo pródigo era con los amigos; en conpañia de éstos disipaba el sueldo que recibiera, sin reunir ní lo más minimo, pues bastaba apenas para sus gastos de soltero, los que no dejaban de ser gravosos con respecto á las asistencias que son escasas y se pagan á veces con exeso; pero ahora que trabaja con ahinco y ahorra en mi compañía, ha visto lo que se consigue con una vida arreglada.

No creas por esto que somos esclavos de una mal entendida codiciada de acumular riquezas privándonos de lo necesario para vivir, muy lejos estamos de pretender esto, por el contrario, buscamos comodidades y distracciones á la vida; asistimos á los teatros cuando hay alguna representación; á las reuniones y festines de las personas que nos hacen el favor de honrarnos con su amistad, y correspondemos como exije la buena urbanidad, sin traspasar los limites de lo posible.

Estas reuniones me son de interés, porque ejercito y mejor comprendo el ingles, pues casi no sehabla el castellano aunque lo comprenden, pero de preferencia se habla el idioma nacional; lo mismo que no olvido por completo el piano: me veo comprometida á cada momento á tocar; aquí les agrada mucho la música mexicana, por lo que ocupo mis ratos de osio en estudiar nuevas piezas.

Entre mis amigas cuento con la familia mexicana del General X. de la cual te hablaré en mi próxima.=Tu amiga.

―Elena.

(Continuara.)

Tomo I Monterrey

Mayo 1 de 1888. Número 14.

Quincenal de literatura, social moral y de variedades

Dedicado a las familias.

Cineraria

Ercilia García

Ya en prensa nuestro número anterior llegó á nosotros la triste nueva del fallecimiento en Villa García de la preciosa niña Marianita Garza Fernandez, hija del Sr. Lic. Genaro Garza Garcia.

Ni la ausencia que disminuye los más grandes afectos, ni la convicción íntima en que vivimos de que hemos nacido para morir, ni la realidad incontrastable de que la llegada de la mujer al límite de la tumba en esa edad temprana en que el huracán de las pasiones no ha soplado por la región del corazón, es una ofrenda digna que la naturaleza hace al Dios de las bondades, han bastado para que nuestro ánimo se muestre indiferente á la tristura que le inspiran los dulcísimos recuerdos a la amistad.

Bajo el peso abrumador del infortunado suceso que tanto habrá hecho sufrir al aflijido padre de la difunta niña, asistimos con nuestros sentimientos al seno de la familia y la acompañamos eu su dolor, derramando nuestras lágrimas sentidas sobre la tumba recién abierta de la encantadora Marianita.

Dios, celoso de ver en el prosoico mundo un ángel de peregrina hermosura, quizo llevarlo á su célicamansión donde se encuentra ya formando coro entre el ejército alado de su divina corte.

Que la nueva hija de Sión goce en la gloria para resignación y consuelo de sus aflijidos deudos.

Tomo I Monterrey

Marzo 15 de 1888. Número 12.

Quincenal de literatura, social moral y de variedades

Dedicado a las familias.

Las amigas

(Continua.)

María Garza González 

Tercera carta de Enriqueta.

Linares, Abril de 1888.

Querida amiga:―No atribuyes á falta de cariño mi tardanza para escribirte con la regularidad que era de desearse, pues constantemente la nevralgía y otros males molestos, hanme privado de cumplir con un deber de amistad; además, me he visto precisada á cada momento á estar de viaje; por mi falta de salud el Doctor aconseja á mi esposo que me pasee y distraiga, con lo que, repito, me veo obligada, por decirlo así, á estar fuera de mi casa.

Ahora acabo de llegar de una de las rancherías, propiedad de mi esposo, quien además de las prescripciones del médico, quiere que conozca sus posesiones; así es que andaré de aquí para allá sin tener un momento de reposo, espuesta siempre al molesto movimiento del coche y á las mal condimentadas viandas que se preparan en los caminos; yo me resigno y hasta aparento estar gustosa; pero en realidad no me satisface esta vida.

Ultimamente asistí a los herraderos……..¡ya verás que teatros y divercioes se me proporcionan! ¡Qué entiendo yo de estas cosas? Y luego que soy tan nerviosa. ¡Presenciar un espetáculo tan horripilante! Figurate el ver aquellos hombres, tan espuestos al cojer los animales que se han creado en los potreros, sin que les haya caido jamás el lazo; y por último aplicarles el hierro cante……no, te digo con verdad que no es para presenciarse esto: tan solo una vez lo ví y quedé convidada para no volver más; los días que duró esta operación los pasé fastidiándome en las casas sin saber ni en qué ocuparme.

¡Ay, cómo hecho de menos mi vida en Monterey! yo no sabía hasta donde se es feliz viviendo al lado de los padres; ahora comprendo todo el bien que perdí; pero ya no hay remedio; verdad que mi esposo disfruta de alguna comodidad; pero ¿de qué me sirve si tengo que andar en el campo y en las haciendas? solamente me encuentro bien cuando estoy en la ciudad: aquí cuando menos, hay con quién tratar y encuentro más distracción.

Adiós y hasta otra vez.

―Enriqueta.

Tercera carta de Elena.

Corpus Christí, Mayo de 83.

Inolvidable María―Guiada por los consejos de mi maestra, y la recomendación de los buenos libros que he leído, logro ver, aunque sea en parte, realizadas mis aspiraciones, como es la de cumplir con la difícil tarea que me he impuesto. Ahora he comprendido que la mujer no es la flor que se destina al adorno de una casa, á embellecerla simplemente con su presencia; es el alma del hogar doméstico, ahí es el teatro de sus virtudes donde cumple con la misión para que fué creada.

Estas reflecciones me las trae á la mente el magnifíco regalo de boda que me hiciste; todos los objetos con que manifestaron mis amigas su afecto ese día, los conservo como de un valor inestimable; pero el tuyo “Un libro para las Damas,” por doña María del Pilas Sinuez de Marzo, supera á todos, porque me ha enseñado á cumplir con mis deberes; es mi guia y le consulto como un patrón para arreglar un treje ó una receta para confeccionar un platillo.

Si todos los padres ó madres de familia tuvieran el cuidado de poner en manos de sus hijas las obras de tan sabia escritora española harían ellas unas excelentes amas de casa, y correjirían los vicios que perjudican á la sociedad.

Yo considero este libro de suma utílidad: con él sé dirigir mis tareas y las hago más llevaderas; me enseña la economía, orden y hasta la distribución del tiempo para los quehaceres; y como en este pueblo son tan escasas las personas que se dediquen por salario al servicio doméstico, tengo yo que desempeñar todas las funciones de la casa, á lo que estoy muy habituada, y en nada extraño su falta; mi esposo me ha proporcionado todo lo necesario para el servicio, y con suma facilidad desempeño el arte culinario.

Sólo con un criado cuento para lo más indispensable, y alcanzo como ya te dije á compartir el trabajo de escritorio con mi esposo, siendo así dos dependientes en vez de uno; y en los ratos que nos quedan libres, salimos á la playa ó al campo á disfrutar de la brisa del mar á la caída de la tarde, con cuya vida disfruto de la tranquilidad de mi espíritu.

―Elena

(Continuará.)

Tomo I Monterrey

Febrero 15 de 1888. Número 10.

Quincenal de literatura, social moral y de variedades

Dedicado a las familias.

Las amigas

María Garza González

(Continua.)

Primera Carta de Enriqueta.

Lináres, Setiembre de 1882

            Querida María:―En pocas palabras voy á describirte mi viaje de esa ciudad á esta.

            Como tú sabes, partí de mi querida Monterrey á las nueve de la mañana, con el alma llena de amargura, porque allí dejaba los seres más queridos de mi corazón, mispadres y hermanos; mas las molestias del camino me hicieron en breve olvidar las penas. No ignoras lo escabroso del terreno de esa ciudad á la de Cadereita, y más aún en tiempo de lluvias, como fué el que tuvimos al emprender nuestra marcha, haciendo por esto cuatro horas para llegar á ese tu pueblo natal, que en obsequio de la verdad, me sipatizó muchísimo. pues es muy pintoresco y bien delineado, aunque sus moradores son tan pacíficos ó poco amantes de bullicio, que me parecieron las calles poco menos que desiertas.

            Nos hospedamos en casa de un Sr. Sada, amigo de mi esposo; y ahí tuve oportunidad de conocer á varias de las principales familias y disfrutar de su trato fino y distinguido; la esposa del señor Sada es un modelo de bondad; quiso obsequiarnos como en efecto nos obsequió con una bonita tertulia de familia, por lo cual tuvimos que permanecer allí hasta la mañana sigulente, en que emprendimos de nuevo nuestra marcha. Ya de allí fué una cadena no interrumpida de sustos y mortificaciones hasta llegar á esta población.

            Figúrate cuánto nos sería mi temor con unos rios tan horrorosos como son: el de San Juan, Montemorelos y la Parida, á cual más de caudalosos y terribles; al cruzarlos sufrí mucho, pues me parecía que el coche se volcaba; y luego los arroyos y la infinidad de piedras que cubre la carretera…..¡ay! te aseguro que aun tengo el cuerpo triturado y con deseos de no hacer otro viaje jamás.

De Montemorelos no te daré razón por que llegué como debes comprenderlo, sumamente indispuesta; varias personas atentas y cumplidas se dignaron visitarme; pero era tal mi trastorno que casi ni supe quienes fueron; comprendí que á mi esposo lo aprecian bién y que á amí procuraban cumplimentarme; yo sentí por lo tanto, no poder corresponder á tanta fineza por el estado en que me hallaba, pues á veces hasta las atenciones de mi esposo me eran molestas. Por fin llegué al término del viaje, es decir á esta ciudad, y por mucho tiempo resentí las consecuencias producidas por las fatigas del camino.

            Adiós por hoy; te hablaré en otra carta de la recepción que me hicieron en esta ciudad.―Tu amiga.

―Enriqueta.

***

Primera Carta de Elena.

Corpus Christe. Enero de 1883.

            Inolvidable María:―No encuentro palabras con qué manifestarte el placer que experimento en mi nueva vida; soy tan feliz que temo se emboten mis sentidos y embargue la facultad de expresarme como deseara y merecen las personas á quianes me dirijo; sólo una nube empaña el cielo de mi dicha y es el encontrarme separada de mi familia; pero el destino así lo quiso y estoy resignada, por no decir satisfecha de mi suerte, aunque comprendo y me convenzo de que no hay felicidad completa eu este mundo; sin embargo, exijir más sería hasta cierto punto una inconsecuencia.

            La larga distancia que nos separa la salvé en alas de vopor, y aún concervo en mi corazón las gratas impresiones que recibí al subir en el ferrocarril, con el semblante bañado en lágrimas y un intenso dolor en el alma, mezcla de satisfacción y de pena, al ver á mis buenas amigas y compañeras que de mí se despedían también con lágrimas en los ojos. ¡Dejar á personas que de veras me quieren y causarles tan amarga aflicción con mi ausencia!……Esas muestras de afecto serán el más grato recuerdo que conserve del suelo donde ví la luz primera. Y ¿que es la separación? el lazo que une á dos corazones que se aman y se comprenden; no es el olvido como algunos han dado en suponer, por el contrario, nunca se eterniza más el cariño que se profesa á una persona, como cuando se halla ausente.

            Mi natural tristeza me acompañó por un buen espacio de tiempo; pero la solicitud de mi esposo por una parte y la variedad del camino por otra, me distrajeron bastante, pues no pude permanecer impacible á los poéticos encantos que se presentan viajando en ferrocarril, ni se sienten las fatigas de una larga travesía. Con aquella asombrosa rapidéz conque se van dejando sembrados, campos y pueblos…..no tan preso se parte de una estación cuando ya se llega á otra; y así, abarcando kilómetros por minutos, llegamos á Laredo, doude pasamos la noche. A la siguiente mañana salimos del hotel donde nos alojamos para continuar nuestra marcha; y caminando de la misma manera que el día anterior, llegamos sin novedad á esta pintoresca población tejana, donde me tienes á tus órdenes en una humilde, pero poetica casita de madera situada cerca del muelle.

―Elena.

(Continuará.)

Tomo I Monterrey

Noviembre 15 1887. Número 5.

Quincenal de literatura, social moral y de variedades

Dedicado a las familias.

Una Carta

De la ciudad de México se nos ha dirigido la carta que a continuación publicamos, en la cual su autor nos felicita por la publicación de “La Violeta” y nos excita, con halagadoras frases, a seguir con fe nuestras periodísticas tareas.

Nosotras, al darle, publicidad, lo hacemos, no porque nos creamos merecedoras de los elogios que en ella se nos prodigan, sino impulsadas por un noble sentimiento de gratitud hacia el autor, cuya modestia nos impide dar a conocer su verdadero nombre; pero, sin embargo, eso no obsta para que, por nuestra parte, le estemos profundamente agradecidas.

He aquí la carta:

*****

De México a Monterrey, Octubre 19 de 1887.

Srita. Ercilia García:

No quiero demorar ni un solo instante la satisfacción de expresar a V. en estas líneas escritas al calor de un justo entusiasmo, cuánto es mi deleite al concluir la lectura del primer número del modesto a la par que bien escrito periódico de cuya dirección está V. dignamente encargada.

Deber de todo mexicano sinceramente amante de su patria es prodigar palabras de aliento, siempre que se inicie alguna obra meritoria; y yo, siquiera sea el más humilde de todos, incurriría en una imperdonable omisión si guardara silencio hoy que acabo de recorrer, experimentando gusto inefable, las interesantes páginas de una publicación en que V. eficazmente secundada por varias escritoras y poetisas muy inspiradas.

            A todas les envío una calurosa felicitación, permitiéndome excitarlas a que por ningún motivo desmayen en su noble empresa. Muchas contrariedades habrán de sufrir, es verdad, porque el sendero que pisan está lleno de abrojos, y sólo de trecho en trecho ofrece a la cansada vista alguna flor marchita; pero deja al fin en la conciencia una tan dulce recompensa el fin honroso de la jornada, que hay que proseguir sin vacilaciones, aun cuando se llegue a ella con las planta y las manos sangrando. Acaso el mundo se mostrará ingrato; no importa: Dios las premiará con sus más santas bendiciones.

FIGARETE