Tomo I Monterrey

Marzo 1 de 1888. Número 11.

Quincenal de literatura, social moral y de variedades

Dedicado a las familias.

Las amigas

(CONTINUA)

María Garza González

SEGUNDA CARTA DE ENRIQUETA

Linares, Febrero de 82

Querida María:―Prometí escribirte, noticiandote la recepción que me hicieron en esta ciudad, y cumplo al decirte que multitud de familias, amigas y parientes de mi esposo, salieron á encontrarnos á cerca de un cuarto de legua de la población, y en la casa que de antemano se me había preparado me esperaba un espléndido banquete; se me hizo objeto de mil consideraciones, aceptándome con verdaderas muestras de entusiasmo todas las personas que me favorecen con su amistad.

Esta sociedad tiene mucho contacto con la de Monterrey, por lo que no he sufrido casi nada en el cambio, aunque es un poco más triste por no haber los paseos y distracciones que en esa capital, sino es una que otra tertulia tal cual día; sin embargo, espero me pongas al tanto de la moda para no usar en las reuniones mis vestidos anticuados.

No bien llegué á tomar posesión de mi nueva casa, cuando me fué preciso trasladarme á la hacienda; tuvo mi esposo que ir a la elaboración de piloncillo y á atender á la molienda, y en consecuencia tuve que acompañarlo, aunque durante mi estancia en la hacienda nada hice de conservas ni dulces curiosos, de que se ocuparon las mujeres de los sirvientes, porque ignorante de estos quehaceres, y más que todo, poco aficionada, me concreté á ver y pasar por el tiempo desagradablemente; no sé cómo por algunos es tan decantada la vida del campo; en mi concepto, esto de vivir entre gente rústica é ignorante, que ni comprende ni abriga buenos sentimientos, es de lo más prosaico y fastidioso que pueda haber. Fuera de mi esposo no había con quien tratar allí; así es, que muy en breve me haría tan montarás como las gentes que me rodeaban.

El frío se siente con más intensidad en las haciendas que en las poblaciones; allí fué tanto que tuve que estarme lo más del tiempo encerrada, junto á la estufa, leyendo ó bordando; me servían y levantaban la mesa y yo, sin moverme por nada, continuaba en la misma fastidiosa tarea; de una duración inmensa se me hicieron los tres meses que pasé en esta vida, hasta que, por fin, se llegó el día de venirnos para la ciudad, donde estoy con más comodidad, aunque no con la tranquilidad que era de desearse; pero todo aquí es tolerable á los fríos y mortificaciones del campo.

Con esta descripción tendrás para compadecer á tu amiga.

Enriqueta.

SEGUNDA CARTA DE ELENA.

Corpus Christe, Marzo de 83.

Atenta y fina amiga:―Tres meses hace que estoy instalada en mi nueva casa, y todavía no puedo regularizar con precisión la marcha de los trabajos á que estoy sujeta. ¡Cuan torpe y maniatada me encontré los primeros días para desempeñar las obligaciones que me impuse! pero luego recordé cómo doña Margarita, nuestra querida maestra, nos dividía el tiempo en las tareas escolares; y esto me sirvió de norma para hacer más llevaderos mis quehaceres, sin que me falte el tiempo para nada. Volviendo otra vez á la época aquella en que todavía permanecíamos en la escuela, te diré: que nunca alcanzamos á comprender todo el bien que se nos proporciona en aquellas cosas que nos parece son necedades ó demasíada exijencia de los maestros ¡qué gran error! yo de mi parte; se agradecerle ínfinitamente y cada día aumenta mi cariño; porque ahora veo cuanto sacrificio hizo por mí, y ¡cómo quisiera que vivieran eternamente gravadas en mi corazón aquellas máximas y consejos que nos daba! no los olvidaré nunca y la bendigo á cada día por el acierto con que me preparó la senda por donde tenía que cruzar en esta difícil vida.

Siguiendo estas prescripciones me queda tiempo para ayudar á mi esposo en su bufete; otro de los estudios que veía con poco interés, y me perecía por demás aprender, la teneduría de libros; para mi es ahora de vital interés y hasta siento no haberla aprendido con perfección, porque me proporciona el placer de que comparta mi esposo sus tareas y ser su verdadera compañera en todo. Con lo que me conceptúo feliz.

Elena.