Tomo I Monterrey

Diciembre 1 1887. Número 6.

Quincenal de literatura, social moral y de variedades

Dedicado a las familias.

Correspondencia administrativa

De la violeta

SR. J.M.G.T. san Diego Texas. De conformidad con sus indicaciones se dirigieron los ejemplares de la violeta al señor hermano, agente nombrado por vd. Se le dan las gracias por su empeño.

SR. M.E.V. Cerralvo. Adjunta a su primera carta se recibió la lista de suscriptores en esa; y de conformidad con sus atenta fecha 28 de octubre, se han dirigido las suscriciones a la estimable persona que se ha servido indicarme.

Mil gracias por su empeño.

Srita. G.R. lampazos. La señorita secretaria de redacción quedo entrada se su apreciable carta y no duda que hará V. lo posible por el buen éxito en esa de esta quincenal, como V. LO OFRECE. Por lo que le da cumplidas gracias.

Por conducto particular recibí en efectivo $3.84 cts. Importe de la suscripciones que V. tiene colocadas. Mil gracias.

Sr. J de L. Laredo Tamaulipas. La srita. Secretaria contestó ya particularmente su primera carta; en cuanto a la segunda se ha tomado en consideración sus razones. Y se espera obrará V. cumplidamente.

Sr. P.G. sabinas hidalgo particularmente queso contestada su primera carta, por la srita secretaria y por la circular de fecha 1° del próximo pasado mes. Adjunto a su segunda recibí en los sellos postales el valor de $2.40c restando V. solamente 40 cent. Mil gracias.

Sr. D.C. de Laredo Texas muy satisfactoria ha sido la lectura de sus primera carta. En la circular de fecha 1° del próximo pasado mande instrucciones. Enterado de sus segunda carta; obrare en conformidad y girare según lo indica. Mil gracias por su actividad.

Sr. A.C. Saltillo. La srita Secretaria de redacción, quedo impuesta de sus atenta carta , y espera se habrá servido V. obrar de conformidad con la circular de fecha 1° del pasado.

Mucho se agradece su fina felicitación.

Sr. F.F.R. linares por falta de tiempo no se contesto oportunamente su primera carta, cuya felicitación y bondadosa frase mucho agradece la srita. Secretaria. De conformidad con su telegrama fecha 8 del actual, desde el número anterior se remitieron las suscripciones a la estimable srita. Que V. se sirve indicar.

Mil gracias por sus notoria actividad.

Sr. G.G.G. san Diego Texas. Adjunta a la circular del día 1° del pasado , fue contestación a su apreciable carta del mes de octubre.

Mil gracias por su eficiencia.

Srita. F.B. Y B. Cerralvo por la circular del día 1° pasado se habrá V enterado de las instrucciones necesarias. Así como también de la Carta particular de la srita, directora y contestación de la srita secretaria.

Señor. P.S.  Cadereyta Jiménez. De conformidad con su tarjeta postal, se le remitieron las suscripciones que pidió. Por lo demás, espero obrará de acuerdo con la circular del 1° de noviembre último.

Sr. F.S.C. Camargo. Por la circular del día 1° del próximo pasado mes quedó contestada su carta del mes del mes octubre. Acusó recibo de 80 cent que a cuenta de mayor cantidad recibí adjunta su carta fecha 10 del pasado. Por correo van explicaciones.

Sr. G.P. Salinas victoria. Recibí el valor de $4.80 cts. En sellos postales, por pago de suscripciones.

Mil gracias.

Sr. A.T.C. C.Mier enterado con satisfacción de su atenta carta fecha 1° del pasado. Por correo va contestación.

Sr. E.M.M. C. victoria. Adjunto a su atenta del 19 del pasado, recibí en sellos postales el valor de $5.75 cts. Importe de las suscripciones que tiene V. colocadas, quedando hecha la anotación correspondiente. Mil gracias.

El administrador.

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Sueltos

DISTRIBUCIÓN DE PREMIOS

Solamente estuvo la que se verifico en C. Mier, el día cinco del próximo pasado mes , entre los alumnos de amos sexos de los establecimientos de instrucción primaria, sostenidos por el Municipio.

A juzgar por las cartas que de ese pueblo nos escriben y del programa que tenemos a la vista; aquello estuvo magnifico. Los himnos, coros y demás piezas de canto que amenizaron las fiestas fueron desempeñadas por las señoritas rosa Jauregui, Enriquera García, Magdalena Dávila, Gudelia Guerra y nuestras paísanitas y amigas María Herrera y Mariana Treviño.

Se pronunciaron bonitos discursos y poesías alusivas; se pusieron en escena dos juguetes cómicos en un acto denominado “el mejor premio” representado por jovencitos y el otro que lleva por título “contra soberbia humildad” estuvo a cargo de los niñas y niños del institutos.

Felicitamos cordialmente a los mierenses por los adelantos que han adquirido en la instrucción particular a los directores Sr. José Angel Dávila y su esposa Luz Garza de Dávila, por el triunfo obtenido en las tareas escolares.

Gracias Mil

Y muy cumplidas se las mandamos a los integrantes y aprovechados jóvenes Virgilio Garza y Rafael Garza Cantú; al primero por la tarjeta que sirvió mandarnos, ofreciéndose a las ordenes en la profesión de abogado de los tribunales de la republica y al segundo por su atento recado particular , ofreciéndonos servicios como doctor en medicina cuyos títulos obtuvieron previos lucidos exámenes que sustentaron ante los jurados de ley.

Ambos jóvenes en sus respectivas profesiones.

Las fiestas del roble

Las concedidas anualmente a ese barrio de esta capital darán principio el día 15 y terminaran el 31 del presente mes.

Por falta de espacio en nuestro periódico no dimos publicidad al aviso para su inserción, se nos fue remitido; pero ya lo saben nuestras lectoras, que se diviertan mucho.

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Opinión de la prensa

(continua)

La violeta

Este nombre lleva un ameno e interesante periódico, redactado por varias señoritas en la ciudad de monterrey.

El bello sexo mexicano rinde ya público culto a las letras

El diario del hogar. México

La violeta

Con este oloroso nombre ha comenzado a publicarse un periódico quincenal en monterrey dedicado a las familias, cuya redacción está formada de señoras y señoritas.

El número 3 de esta simpática publicación esta derramando sus perfumes en nuestra mesa de redacción, los que hemos aspirado con deleite por que es la emanación pura y ardiente de las almas de nuestras bellas compatriotas neolonesas.

Con verdadero placer saludamos al nuevo colega deseándole larga vida y numerosos suscriptores.

El eco de Hidalgo. Pachuca.

La violeta

Ha llegado a nuestra mesa de redacción el número 1 de este ilustrado quincenal de Monterrey. Mucho nos agrada su programa, destinado como está a difundir sus luces entre la juventud femenina. Las familias tendrán en “la violeta”   lecturas recreativas a la par que ilustradas. Las señoritas Ercilia García y María Garza González, redactoras en jefe de esta publicación, serán saludadas siempre como con las admiración de sus brillantes conceptos. Agradecemos su envío con gusto y les remitimos el nuestro.

El Eco de la Escuela. Colima

Reconocida repetimos nuestra gratitud a los atentos colegas que tan bondadosas frases dedican a nuestro humilde quincenal.

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Irene o la roca del suspiro

(tradición vascongada)

Rosario Acuña de Laiglesia

(concluye)

Llegó la media noche; la luna revestida de pardos nubarrones que revelaban el incierto rielar de los astros y cubrían el mar de medrosas sombras; la roca de la playa es un peño enorme rodeado de talud en donde se asentaba el castillo; por uno de los lados, socavada, forma una especie de gruta revestida de aristas, desde donde se contempla, sin límite cierto, la intensidad del océano; separada de la costa, esta roca, rodeada de fina arena, es cubierta por las altas mareas de la luna nueva que como es sabido, ascienden más que ninguna otra.

Bajó Irene a aquel sitio a la hora convenida con su amante, el cual acudía a las citas en una barca que varaba en la solitaria playa, y que les servía de seña para terminar sus entrevistas, pues cuando la barca gotaba a impulsos las olas, era que la marea comenzaba a subir y que la roca hacía peligroso sitio.

La una acababa de oírse en el reloj de la ciudad y la castellana, entanda en una arista del escollo, envuelta en un blanco velo, que el aire del mar pegaba y despegaba en torno de su frente, interrogaba con ávida mirada las móviles ondas que en revueltos torbellinos de espuma, venían a morir, con rumores impetuosos, en las blancas arenas de la playa.

El mar estaba levantado; la brisa del norte, fría y penetrante, trayendo agujas de hielo en sus corrientes, azotaba con violencia los labios de Irene, que con nervioso impulso se abrían jadeantes ante el halito abrazador de los deseos y las esperanzas de la incertidumbre y de la pasión; sus ojos, flojos y abiertos, en vano interrogaban el mar con la impaciencia del amor, y sus manos unidas y mojadas por el polvo de las espumas y los besos del cierzo, en vano estrujaban los pliegues de su blanco ropaje; la barca esperada no brotaba de entre las sombras; La voz querida no vibraba para desmentir el rumor de aquella boda; los amados ojos no aparecían para disparar con su luz aquel abismo de dudas, de donde la amargura del desengaño vertía a raudales los arces perfumes de la muerte.

Pasaron horas; la noche encapotada, se volvió tormentosa y el grueso oleaje del mar subía con el ímpetu de la marea a romper sus montes de agua sobre las rocas de la costa. Irene, inmóvil veía ascender hasta las mismas plantas las revueltas olas, como se ven en el mundo las pasiones, invadiendo con su tumultuoso olaje la paz de un alma limpia de error: ella amaba y esperaba; el mar subía insensible a su amor y a su esperanza, pronto a cubrir de alborotada espuma aquella roca inmoble, asentada sobre un lecho de movediza arena.

El mar subía, el grito del búho mezclábase al mugido del océano; par las nubes vestían de sombras los cielos y la tierra, e Irene fija en su esperanza, confiada en su amor, seguía inmóvil buscando, entre la incierta luz de los relámpagos, la venturosa barca, sin hacer caso de aquellas olas de verdosos matices que presto la harían sentir el frio de la muerte; de pronto, como ráfaga de fuego, surgió de entre las nieblas en hermoso bajel que a su bordo llevaba festones de antorchas, rumores de cántinos y de músicas, ecos de fiesta y de alegría.

¡Irene vio entre las siluetas que poblaban la nave la figura del hombre a quien amaba, cuyos brazos, como argollas de flores, ceñían la esbelta cintura de una mujer hermosa; el cierzo la llevo a sus oídos cantares de himeneo, brindis de desposorio; y sus ojos, fijos y abiertos con la rigidez del dolor, vieron perderse en los horizontes del mar aquel barco que, como aparición del inferno, brotó un instante de entre las sombras de la noche, para sumir en las sombras de la amargura su pobre corazón!

El mar, indiferente, subió a mojar el mato de irene, y mientras sus ojos siempre abiertos seguían el rumbo de la funesta nave, una ola inmensa, saltando sobre el escollo, la envolvió en cascadas de espuma menos blanca que el velo de aquella infeliz, que al inclinarse en los senos del mar, dejó escapar, cómo único reproche, un suspiro tristísimo, eco profundo de su dolor sin nombre, último adiós a una vida que para siempre abandonaba.

Desde entonces dicen que, cuando las mareas de la luna nueva invaden la solitaria roca, se oye brotar del fondo de su cimiento socavado un quejido o lamento que el viento repite, y que es fácil escuchar en el silencio de la media noche; probablemente el mar, al penetrar en aquel arrecife, será el que imite el eco de un suspiro, pero lo cierto es que la leyenda o tradición subsiste a pesar de los siglos, y que aquel poema de amor y tristeza se transmite de generación en generación, gracias al lamento que se escapa de la abrupta peña conocida generalmente por la roca del suspiro .

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QUEJAS

 Gertrudis T Zavala.

Ayer en vano te esperé, ángel mío,

Yen inútil afán, triste, las horas

Pasé mirando en ansiedad extrema

Del mar inquieto las movibles ondas.

*

Tú no llegabas, y miraba triste

Que una tras otras las cansadas olas

Dejaban al besar la húmeda arena

Entre su espuma nacaradas conchas.

*

Era la tarde tan serena y pura,

Y se arrullaban tan dulce las palomas!

Más di ¿qué importa si esperaba en vano

verte a mi lado para ser dichosa?

*

Yo te esperé como la flor incauta

Al ave tierna en la risueña aurora,

Que ya olvidada de su amor primero

En otros campos, su canción entona.

*

¡Cuántas veces, creyendo que venías

A mi lado, con planta cautelosa,

A tu encuentro, corrí; más era el ruido

Que formaban las auroras de las hojas.

*

¿Di por qué ayer como en pasados días

No viniste a buscar a quien te adora?

¿No sabes que sin ti, de la existencia

Ni el cielo tiene luz, ni el viento aroma?

*

Llorar me hiciste en mi dolor inmenso

Cuando tú el ansia de mi amor, ignoras;

¿Por qué faltaste a nuestra dulce orilla

si sabes que tu ausencia me acongoja?

*

En vano te esperé; Pasó la tarde

 y miedo, tuve de encontrarme sola,

 y me alejé de las desierta playa,

 como la noche derramó sus sombras.

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¡HUÉRFANA!

María Coyazare

Cual la pluma ya rota

Que hiende el espacio

Y el viento la azota

Con recio furor,

En duelo profundo

Que el alma devora

Yo vivo en el mundo

Sin dicha ni amor.

*

Tan solo las penas

Amargan mi vida;

De amor las cadenas

Rompiéronse ya:

Ya no hay quien sostenga

La huérfana, y sola,

Ya no hay quien le tenga

Siquiera piedad.

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La amistad

Ercilia García

¿Habéis pensado alguna vez, bellas lectoras en lo noble y abnegado de este sentimiento? ¿No habéis sentido en el alma esa profunda nostalgia que produce el convencimiento que tenemos de que pocas veces encontramos en el mundo la verdadera amistad!

¡La hipocresía! ¡Reptil venenoso que destruye el afecto más bello y desinteresado que existe sobre la tierra! Ante él se doblegan las almas vulgares, ligadas por esa atracción irresistible que las induce a deshojar en flor, el búcaro hermoso del sentimiento que ufano guarda el corazón .

En este océano de mil encontradas pasiones que llamamos mundo, la amistad se nos presenta como una deidad de celestial belleza, que pudorosa se oculta en el fondo de las almas privilegiadas, mostrándose tan solo en los grandes infortunios que la existencia nos ofrece,

¡La amistad! Manantial perenne de abnegación, de donde dimanan acciones nobles, sacrificios sublimes; que avasalla hasta el imposible que derrama dulce consuelo en las lúgubres horas de tedio y melancolía.

Cuando dos almas se comprenden, cuando están unidas por el dulce lao de la amistad, la vida se convierte para ellas en un oasis de infinita felicidad y se acrisolan al fuego de tan tierno sentimiento.

La amistad no es una pasión tan vehemente como el amor pero es noble, pura y duradera.

¡Ojalá pudiéramos encontrar la verdadera amistad!

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Una Violeta

Clotilde Zarate

Mientras del sol los vívidos fulgores

Bañaban al jardín y a la mosqueta,

De la luz se ocultaba una violeta

Entre los tallos de las otras flores,

*

Reflejo de mis íntimos dolores,

Al descubrirla la mirada inquieta,

De esa flor predilecta del poeta

Creí hallar en los pálidos fulgores.

*

Cuando entre nubes de zafir y rosa

El sol al occidente descendía

Volví a internarme por la senda umbrosa,

*

La violeta gentil mustia yacía,

Sus alas agitó una mariposa,

Y el vuelo alzó cual la esperanza mía

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Al tiempo

María M. Browne

Tiempo implacable que en veloz carrera

Pasas dejando lacerada el alma,

Y destrizando con tu mano fiera

Amor, ternura y venturosa calma.

*

Tú que en constante, eterno movimiento

Sigues tu marcha desoyendo el llanto,

Tú que te ríes cruel del sufrimiento

Esparciendo sobre él tu espeso manto.

*

Tú que te muestras fiero, desalmado

Al llanto aterrador del alma herida,

Detén tu paso… genio despiadado,

Por un momento tu misión descuida.

*

Quiero que veas el oscuro abismo

Do el hado negro de mi suerte impía,

Al hacerme la sombra de sú mismo,

Ha sepultado la existencia mía.

*

Detén tu vuelo ¡oh tiempo! Y luego… olvida!

Sí; olvida que mi espíritu cansado

Al recordarte su ilusión querida,

Con sus ayes tu marcha ha dilatado.

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Fantasía

A SOFÍA REYES

María Garza González

Me hallaba una noche en el insomnio más desesperante; mil pensamientos se agrupaban en mi imaginación y después, como un torrente, pasaban sin poderse detener ninguno. Al fin sentí que el suelo dulcemente vino a posar su débil mano sobre mis párpados y me sentí de improviso transportada a una región desconocida. Oís una voz suave y misteriosa que me dijo: -“Sígueme” -volví los ojos y vi una sombra de túnica blanca, que parecía deslizarse por callejuelas de jazmines y azucenas; el velo que la cubría era dorado, su rostro halagüeño y su boca sonriente me llamaba. Yo vacilaba. “Sígueme-repitió=soy tu ilusión”.-Yo la seguí con avidez.

Me condujo por un lugar amenísimo, hasta llegar a una fuente cuyas aguas al caer levantaban altísimas columnas de vapor; era una nube de menudas perlas que se deshacía en lluvia donde se reflejaban los colores del iris: por las grietas de las encumbradas rocas surgían mil y mil finísimos hilos de blanca argentería que bajaban a besar las aguas y confundirse en la corriente.

La tierra estaba tapizada de verde césped destacándose los flexibles tallos del lirio, mecidos por el impulso del viento, e infinidad de arbustos entrelazaban con la enredadera y la madreselva, cuyas flores perfumaban los blandos céfiros.

Vagaba por esta mansión deliciosa cuando me salió al encuentro un niño lleno de gracia, con su rostro encantador, cubierto por esa candidez que imprime la inocencia en la primera edad; pero al mismo tiempo se desprendía de sus ojos, algo de bello, conmovedor y siniestro que había retroceder. Era el Amor tal, cual nos lo pintan los poetas de la antigüedad,

Agitaba sus alitas y parecía que volaba alrededor de mí; reíase de mi aturdimiento, y aquella sonrisa me desgarraba el alma.

Flora desprendía todo su esplendor. Tres sílfides graciosamente vestidas con túnicas, jugaban en el jardín: rodeaban sus delgadas cinturas anchas listones celeste y color de rosa, formando lazo cuyas extremidades colgaban hasta el borde inferior del vestido: sus negras y rizadas cabelleras echadas hacia atrás; sus suenes adornaban una muy graciosas guirnaldas tejidas de las más exquisitas flores. Arrojábanse ramilletes, reían, cantaban, se cogían de las manos y corrían y bailaban… todo eran gracia belleza, y ternura.

Allí la Hermosura en su carro de triunfo recorría la floresta, yo sorprendida con tan deslumbrante belleza me quedé absorta contemplando tanta maravilla, hasta que me sacó de aquel estupor el bullicio y la alegría de aquellos seres, proponiéndome entonces llegar al fin de la jornada; pero al mismo tiempo retrocedía; me sentía desfallecida, em faltaba valor; pero volvieron a mí, la Hermosura, Las Gracias, las Ilusiones, el Amor, me rodearon todos e hiciéronme su presa; la Hermosura puso una mano sobre mi hombro y me dijo. –“Tú debes amar, tú me perteneces.” Entonces las Gracias entonaron un himno, las Ilusiones acariciaron mi frente, yo conmovida invoqué una alama fuerte, vigorosa, que me sostuviera en trance tan difícil; entre tanto el Amor sacó de una dorada aljaba, que le pendía del hombro, la más aguda de sus flechas, templó su arco y me lo disparó; pro vino a estrellarse sobre una egida invulnerable que se había colocado sobre mi pecho, la flecha no pudo penetrar y se hizo mil pedazos, el niño indignado suspiró tristemente y quiso acometer de nuevo. Volvió el rostro para ver quién me había salvado y vi a Minerva que interponiéndose entre los dijo estas palabras. “Huya de aquí, Cupido, huya de la mansión de los que te temen, nunca verás a las almas que han llegado hasta mí para buscar un destello de la luz que me circunda y los laureles de la gloria para coronar su frente.

Luego que el Amor oyó semejantes palabras abandonó su empresa y emprendió la retirada entre una nube de escarlata: bajé los ojos a la tierra y habían desaparecido las Ilusiones, la Hermosura y alas Gracias, nada más Minerva, permanecía inmóvil, m miraba de un modo extraño y su rostro severo parecía que me despreciaba; quise con caricias demostrarle mi afecto pero no pude; entonces me arrodillé implorando su perdón y diciéndole que de todo aquello nada entendía. La diosa tal vez conmovida volvió a mí y me dijo: “¿Por qué has desesperado de la condición en que te tengo? ¿Por qué no caminas por la senda árida y desierta que llevas, con esa fe ardiente de los pocos varones insignes que se han consagrado a mi culto? Vuelve sobre tus pasos y no te dejes deslumbrar por el falso brillo de las ilusiones que siempre conducen a la juventud por un camino de distracciones e infructuosas inquietudes, cuando no le conducen al abismo. Solo es sabio aquél que sabe vencerse. Tú me has consagrado toda tu existencia y te he asistido, en todos tus desvelos y ya has sufrido y batallado tanto para alcanzar mis verdades; sigue , sigue y no desmayes que al fin de la jornada tendrás tu galardón.”

Cuando hubo acabado este discurso miré su rostro que no estaba tan severo como al principio, y como la vi despacio, descubrí en ella una hermosura irreprochable, pero no una de esas bellezas que trastornan y fascinan; sino una beldad sencilla que inspira veneración por la dignidad de que estaba revestida: echó su manto sobre mí y me dijo: -Adiós, tiempo es ya de que partas, no olvides que Minerva te ofrece su ayuda cuando te encuentres en algún abatimiento; pero llámame que yo te auxiliaré.”

¡Ah, Sofía! En aquel momento me consideré la más feliz de las mujeres, veía mi gloria cidrada en aquellas palabras, lloré y estreché con efusión aquella mano bienhechora, la besé repetidas veces. La diosa desapareció y yo sentí un vacío en el alma, un aislamiento completo, desperté y vi que todo era un sueño; pero un sueño misterioso que me hizo grandes revelaciones.

Sentíme llena de valor para emprender vigorosamente mi jornada para el porvenir. Tú conoces, querida amiga, cuánta es la fragilidad de nuestro sexo, y podrás considerar lo que produciría este sueño, esta revelación a mi alma impresionable y algo herida por el fatalismo.

¡Felices los que se sienten con fuerza y valor de sobra para concluir su jornada! ¡Felices los que pueden llegar sin tropiezo hasta el templo de la Inmortalidad, donde son coronados sus afanes por la Gloria, publicadas por sus hazañas por la Fama, y escrito sus nombres por la Historia!