Tomo I Monterrey
Noviembre 15 1887. Número 5.
Quincenal de literatura, social moral y de variedades
Dedicado a las familias.
Sueltos
EL CORREO.
De varias poblaciones del Estado, hemos recibido cartas de nuestros agentes, quejándose de que no reciben completo el número de ejemplares que se les remite de “La Violeta”. De Cerralvo nos dicen que en dos correos seguidos les faltaron cinco ejemplares de cada paquete. Otro tanto ha pasado con los que se remiten a Lampazos, de donde nos escriben que faltaron de un solo número seis ejemplares.
Como por ese motivo se nos ocasionan graves prejuicios, suplicamos atentamente al Sr. Administrador, local se sirva de corregir de algún modo los abusos que denunciamos.
¿Seremos atendidas?
LA FIESTA DE LOS OBREROS.
Tuvimos el grato placer de asistir, la noche del día 2 del corriente, al Teatro del Progreso, donde el “Gran Círculo de Obreros” de esta Capital, celebró el XIII aniversario de su instalación con una espléndida velada,
El acto estuvo verdaderamente lucido; los oradores se colocaron satisfactoriamente a la altura de su cometido; el local, adornado con gusto e iluminado con profusión, estaba lleno literalmente por una numerosa concurrencia, en la que se hallaban dignamente representadas todas las clases sociales.
Felicitamos a los entusiastas y laboriosos obreros del “Gran Círculo”.
REPRODUCCIONES.
“El Heraldo”, periódico que se publica en el puerto de Matamoros, ha insertado en sus columnas las poesías “un Ramo” y “Después de la Lluvia” que vieron la luz en el primer número de La Violeta y las cuales pertenecen respectivamente a nuestra Directora y a la Señora Julia Pérez.
Damos las gracias al ilustrado diario de la Heroica por la honra que nos dispensa.
EXÁMENES.
Desde el día 3 del mes actual dieron principio los exámenes públicos en los Institutos de educación primaria para niños de ambos sexos, sostenidos por el Municipio.
Hemos tenido la oportunidad de presenciar los más de esos actos, y en honor de la verdad, hemos quedado en extremo satisfechas y admiradas al ver los adelantos que han manifestado los educandos en las diversas materias que han presentado,
Ojalá y como hasta aquí se siga atendiendo como es debidamente el importante ramo de la instrucción; pues está sabido que de la educación del pueblo depende la felicidad de las nacionales.
Complacidas felicitamos a los encargados de impartir la instrucción y a los padres de familia, por el notable aprovechamiento de la niñez estudiosa.
FOLLETO.
Damos las gracias al sabio Dr. José Ma. Lozano, por el folleto que se sirvió mandarnos, escrito por él en contestación a un artículo denominado “La Vida Universal”, que vio la luz en “El Progreso”, revista ilustrada de Nueva York con fecha 31 de Agosto último.
Con gusto leeremos esa producción que, como del Sr. Lozano, la creemos interesante y notable.
PÉRDIDA IRREPARABLE.
La sociedad regiomontana ha perdido para siempre a uno de sus más queridos miembros. La Sra. Dolores Villarreal de Garza, ha descendido al sepulcro, víctima de una penosa enfermedad.
Nos asociamos al justo dolor de que se hayan poseídos sus estimables deudos, rogando al Todopoderoso, por el eterno descanso de la que en vida fue un dechado de virtudes.
Tomo I Monterrey
Noviembre 15 1887. Número 5.
Quincenal de literatura, social moral y de variedades
Dedicado a las familias.
Opinión de la prensa
“LA VIOLETA.”
Con este modesto nombre ha aparecido en la ciudad de Monterrey un nuevo colega redactado por señoritas de aquella ilustrada y muy simpática sociedad.
¡Adelante! La sultana de Norte Mexicano, debe marcar siempre a la vanguardia del progreso –(“El Comercio” Parras, Coah.)
“LA VIOLETA”
Este es el nombre de un elegante periódico que han comenzado a dar a luz varias señoras y señoritas de Monterrey, y que han tenido la amabilidad de remitirnos.
Les deseamos el mejor éxito en esta empresa. –(“El Orden” de Cuernavaca, Morelos.)
“LA VIOLETA.”
Tal es el título de un nuevo coleguita redactado por varias señoritas y que se publica en la ciudad de Monterey.
Mucho nos complace que el bello sexo tome un participio activo en el movimiento literario de nuestro país. Con placer correspondemos tan amable visita, deseando al simpático colega éxito completo y larga vida. (-Periódico Oficial de S. Luis Potosí)
Mucho agradecemos los buenos deseos y bondadosas frases de tan atentos como ilustrados colegas.
Tomo I Monterrey
Noviembre 15 1887. Número 5.
Quincenal de literatura, social moral y de variedades
Dedicado a las familias.
Irene o la roca del suspiro
(TRADICIÓN VASCONGADA.)
Por Rosario Acuña de Laiglesia
En las montañas de Vizcaya, bajo un cielo ceniciento, y en su costa bordada de escollos y salpicada por un mar casi siempre turbulento y sombrío, sobre un promontorio de granito que avanza en áspero talud entre las olas del Océano, álzanse, en la misma roca asentadas, las ruinas de un castillo medio cubiertas de zarza y de yerba, y solamente habitadas por el espantadizo búho y el medroso murciélago; como toda ruina, tiene su tradición y leyenda y como toda leyenda, la suya sencilla, apasionada y melancólica, levantándose como indecisa niebla ante fulgor de la aurora, sobre aquellas piedras carcomidas por el paso del tiempo y el constante batir de las olas.
Cuentan que allá en lejanos días, cuando el castillo se elevaba arrogante vivía en su recinto un anciano señor de noble linaje, aunque de escasas rentas, que por su mejor fortuna tenía una nieta, bella como una mañana de primavera y de alma angelical como la sonrisa de un niño; pobres y retirados a la morada de sus mayores, vivían con algunos fieles y antiguos vasallos; tan ajenos a las vanidades mundanas como felices con su ignorada existencia.
No lejos del castillo, y , sobre la misma costa, existía una populosa, ciudad, punto de partida y puerto seguro de los aventureros del Nuevo mundo; llena de mercaderes y de nobles enriquecidos con el oro de las Américas, era un recinto albergue de todos los placeres y semillero de todos los vicios; en ella , disfrutando de cuanto la fortuna alcanza, vivía un pechero a quien por su oro acababan de dar flamante nobleza, el cual tenía un hijo, mozo de gallarda presencia y corazón valiente para riñas y cuestiones, pero de alma voluble e imaginación soñadora, y de tan frágil voluntad que jamás pudo en cosa alguna demostrar la virtud de la constancia; cómo fue, no se sabe, pero lo cierto es, que en una excursión que hizo a los alrededores, conoció a Irene la castellana, como en la comarca la nombraban y ávida su alma de la pureza, cansada el cieno en que siempre vivió, sintió abrasadora la llama del amor, consiguiendo, al fin, que la joven le diera algunas citas al pie de su morada, entre los mismos escollos de la costa.
Lo que había de suceder se realizó; el mozo amante, la doncella rendida al primer aliento del su virginal corazón, ambos se amaron, pero ninguno de los dos selló su alianza con iguales cadenas; mientras la virgen entregó los tesoros de su alma apasionada, el doncel dejó vagar su pensamiento en los espacios de un porvenir desconocido, y mientras ella dijo “después de su amor, la muerte”, él pensó “después de mi pasión, el hastío”.
Así las cosas, y en una noche de plácida velada, uno de los servidores del castillo, hablando de los sucesos próximos a realizarse en la vecina ciudad, dijo, ignorante acaso de los amores de su joven señora, o tal vez deseando curar el mal, que no desconocía, que era cosa cierta la boda del hijo de Don Diego con una judía recién convertida al cristianismo; oyóle la joven, se cambiaron las rosas de sus mejillas en blancas azucenas, temblaron sus labios con el primer latido de la fibra, y una lágrima rebelde a la voluntad, saltó abrasora por el cristal de sus ojos, quemando silenciosa el rostro de la acongojada doncella; después, ella, en lo profundo de su corazón, al amor redimido y por el amor alentado, surgió, como destello vivísimo de voraz incendio, un deseo impetuoso de ternura, una ola, de apasionada confianza que, invadiendo su alma, con los efluvios generosos de un amor infinito, hizo brotar a sus labios la palabra “¡imposible!” dejando a su imaginación adormida en los cariñosos brazos de la esperanza.
-Esta noche, como todas las de luna nueva, vendrá mi amado a la roca de la playa, y allí, con las caricias de sus ojos, con el vibrar de su enamorado acento, desmentirá esa noticia absurda de su boda, que solo pude oírla para convencerme de que era falsa.
[Continuará.]
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Quincenal de literatura, social moral y de variedades
Dedicado a las familias.
Una Carta
De la ciudad de México se nos ha dirigido la carta que a continuación publicamos, en la cual su autor nos felicita por la publicación de “La Violeta” y nos excita, con halagadoras frases, a seguir con fe nuestras periodísticas tareas.
Nosotras, al darle, publicidad, lo hacemos, no porque nos creamos merecedoras de los elogios que en ella se nos prodigan, sino impulsadas por un noble sentimiento de gratitud hacia el autor, cuya modestia nos impide dar a conocer su verdadero nombre; pero, sin embargo, eso no obsta para que, por nuestra parte, le estemos profundamente agradecidas.
He aquí la carta:
*****
De México a Monterrey, Octubre 19 de 1887.
Srita. Ercilia García:
No quiero demorar ni un solo instante la satisfacción de expresar a V. en estas líneas escritas al calor de un justo entusiasmo, cuánto es mi deleite al concluir la lectura del primer número del modesto a la par que bien escrito periódico de cuya dirección está V. dignamente encargada.
Deber de todo mexicano sinceramente amante de su patria es prodigar palabras de aliento, siempre que se inicie alguna obra meritoria; y yo, siquiera sea el más humilde de todos, incurriría en una imperdonable omisión si guardara silencio hoy que acabo de recorrer, experimentando gusto inefable, las interesantes páginas de una publicación en que V. eficazmente secundada por varias escritoras y poetisas muy inspiradas.
A todas les envío una calurosa felicitación, permitiéndome excitarlas a que por ningún motivo desmayen en su noble empresa. Muchas contrariedades habrán de sufrir, es verdad, porque el sendero que pisan está lleno de abrojos, y sólo de trecho en trecho ofrece a la cansada vista alguna flor marchita; pero deja al fin en la conciencia una tan dulce recompensa el fin honroso de la jornada, que hay que proseguir sin vacilaciones, aun cuando se llegue a ella con las planta y las manos sangrando. Acaso el mundo se mostrará ingrato; no importa: Dios las premiará con sus más santas bendiciones.
FIGARETE
Tomo I Monterrey
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Quincenal de literatura, social moral y de variedades
Dedicado a las familias.
El sí
DESCRIPCIÓN DE UN CUADRO.
Dolores Delahanty
Era de Abril una mañana hermosa,
Cuando al jardín bajamos muy ufanos,
Unidos ambos por las níveas manos
A hacer coronas de laurel y rosa.
Sí, fue de Abril esa mañana hermosa.
Teng en mi mente ese felice día,
En que tú me dijiste, “¿serás mías?”
Y un “sí” te respondí con voz llorosa.
¿Por qué así te respondí? Lo ignoro:
¿Y mis ojos vertieron ese llanto?
Porque pienso que tú no me amas tanto,
Mientras que yo, mi bien, mucho te adoro.
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Quincenal de literatura, social moral y de variedades
Dedicado a las familias.
A ISABEL
En su álbum
María Garza González
Sabe, niña, que la vida
Se desliza fácilmente;
Y del mundo a la pendiente
El destino nos conduce.
*
Es fugaz sombra que cruza
Y que lleva en raudo vuelo
Grande pena y desconsuelo
Y amarguras que produce.
*
En esta vida transitoria
Que navega en frágil barca
Es un páramo, es un arca,
Do se anidan los azahares.
Y consumen la existencia
El luto y los desengaños,
Que vienen tras de los años
Aumentando los pesares.
*
Y si tú también encuentras
De la senda a los albores
Las espinas tras las flores
Que te arrancan cruel gemido
No te arredres, niña mía,
Pues muy fácil se mitiga
Si tu pecho siempre abriga
La virtud que tuya ha sido.
*
Esa virtud no mentida
Que ha llegado a enaltecer
Al que sabe padecer
Y soportar los rigores.
Que llegando hasta el martirio
Con fe y resignación,
Soporta en el corazón
Con paciencia los dolores.
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Quincenal de literatura, social moral y de variedades
Dedicado a las familias.
El invierno
Ercilia García
Los árboles empiezan a despojarse de su verde vestidura; las hojas se tornan amarillentas al faltarles la sabia vivificante que les daba vida. Es que el invierno se aproxima, es que pronto tenderá su helado manto, trayendo en pos la tristeza y la melancolía. El campo pierde su verdor y su hermosura; en breve dejará de oírse el dulce canto de los pájaros que alegres lanzan al viento sus armoniosos trinos, ocultos entre el verde follaje de los copudos árboles, y hasta la fuente bulliciosa que murmura dulcemente al pasar por entre guijarros y espadañas, dejará correr tristemente su aguas cristalinas.
Cuando la tarde decline, no veremos ya los encantados celajes teñidos de amaranto y grana con que orgulloso se viste el horizonte, ni las sonrosadas tintas con que se anuncia la aurora al despuntar el día; y si aparecen, no tendrán la célica poesía de que están dotados para hermosear esa divina estación del año, cuando miramos más azul el firmamento; cuando el astro Rey manda con más fuerza sus dorados rayos; cuando las flores ostentan majestuosas su pública belleza, embalsamando el tibio ambiente con sus perfumes embriagadores.
¡Qué triste también, es el invierno de la vida! Cuando el corazón cansado por las contrarias pasiones que en él germinan, herido por los crueles desengaños y la fe próxima a extinguirse, decepcionado da un adiós al engañoso mundo y solo suele gozar, en su indiferencia, cuando la mente se pierde en el mundo ideal de los recuerdos.
El corazón, al entrar en el triste invierno de los años, pierde sus ilusiones que, a semejanza de las bellas flores que al ser mecidas por los primeros vientos otoñales, pueden sus colores y mustias y deshojadas inclinan sus corolas: así el corazón, azotado por l furioso torbellino de las pasiones, se envuelve en el frío manto de escepticismo disfrutando pocas veces de ese feliz estado de tranquilo bienestar, que nos hace olvidar por instantes nuestros dolores.
Tomo I Monterrey
Noviembre 15 1887. Número 5.
Quincenal de literatura, social moral y de variedades
Dedicado a las familias.
Un mendigo
Dolores Correa Zapata
A la puerta cerrada de un magnate
Un pordiosero se paró una vez,
Y con acento suplicante, dijo:
¡Dadme agua por piedad, muero de sed!
A cada instante, el pobre más sediento,
Más fuertes golpes a la puerta dio,
Agotando, al llamar, todos los tonos,
El coraje, la súplica, el dolor.
El eco de su voz vibraba apenas,
Cuando, al fin, le trajeron de beber…
¡Vano trabajo! El infeliz mendigo
Estaba en realidad muerto de sed!
…
Hace ya mucho tiempo… no sé cuándo
A la puerta de tu alma llamé yo
Y, con acento de mendigo, dije;
¡Ámame, por piedad, muero de amor!
Es hermana tal vez de aquella puerta
La puerta de tu alma dura y cruel:
Bien sabe Dios que en vano todos, todos
Los tonos de la súplica agoté.
Hoy he visto en tus ojos una lágrima:
¿Ahora pretendes apagar mi sed?…
Guarda tu amor para otro pordiosero;
Que mi alma es un cadáver… ya lo ves.
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Noviembre 15 1887. Número 5.
Quincenal de literatura, social moral y de variedades
Dedicado a las familias.
VERSOS
Leídos por la niña Elisa Tijerina alumna del tercer Instituto municipal de niñas, en los exámenes públicos versificados el día 13 del actual.
Ercilia García
Justo entusiasmo al corazón anima
Cuando en el tempo del saber estamos,
Deseando que la ciencia nos redima
De la ignorancia vil que despreciamos.
*
La mujer, por la instrucción, progresa
Y no se mira con desprecio cruel;
De ser esclava deja, y con la promesa
De nivelarse al hombre, cumple fiel.
*
Paso, pues, a la mujer instruida
Que marcha a su grandeza con anhelo,
Y que al salir de su humillante vida
La admira el mundo y la bendice el cielo.
*
¡Adelante! adelante, y llegaremos
A las cumbres divinas del saber
¡Adelante, sí, y alcanzaremos
La gloria que merece la mujer!
Tomo I Monterrey
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Dedicado a las familias.
Ilusiones y desengaños
A LOLA
María Garza González
En la primavera de la vida se presenta a nuestros ojos un horizonte de puro y límpido azul; todo lo vemos cubierto con los más brillantes colores, y nuestra mirada no encuentra sino una senda cubierta de flores.
No parece sino que al venir al mundo, al abrirse nuestros ojos a la luz, la ruta que nos traza el destino es por un florido vergel donde solo se recogen flores y mariposas; y cuando nos sentimos fatigados por el cansancio nos sentamos a la sombra de los árboles, y allí, contemplando la floresta, oyendo el suave murmurio de la fuente cristalina y aspirando el aroma de las flores, nuestra mente se extasía en mil creaciones imaginarias que halagan nuestros juveniles años. Infinidad de pensamientos halagüeños pasan en tropel, y juzgamos realizable todo aquello que parece imposible; concebimos esperanzas lisonjeras y gozamos con las bellas imágenes forjadas en la fantasía.
Y a medida que crece el entusiasmo, en pensamiento se extiende más y más; el porvenir se nos presenta risueño; una aureola de dichas y contento nos rodea, y una cadena no interrumpida de goces y alegrías forma nuestra vida; de nuestros ojos solo se desprenden lágrimas de regocijo, porque son desconocidas las penas y los sufrimientos.
Es la edad feliz querida, querida niña; es cuando verdaderamente se goza, porque en el corazón de la niñes es donde se albergan las ilusiones, y si bien se llora, nos son lágrimas amargas las que se vierten, son perlas de rocío que riegan el carmín de las mejillas. En esa edad florida. Solo encontramos miradas tiernas, sonrisas amables, palabras dulces, halagadoras promesas, amistad sincera, cariño puro y amor santo. No hay falsedad, no hay mentira; nuestros ojos, ciegos a la acerba realidad y cubiertos por el velo de la inocencia, juzgan lo aparente por lo real; no pueden traspasar más allá, son muy escasos de luz para ver el error en que viven; se necesita seguir caminando por el sendero de la vida para que poco a poco descubran la verdad.
Se emprende de nuevo la jornada y a medida que avanzamos, nos alejamos de aquel ameno jardín donde recogimos tantas flores y contamos mil pintadas mariposas; ya no se deslizan nuestros pies con la facilidad que lo hacían al principio; a cada paso tenemos que detenernos por las grietas que presenta el terreno, tan árido y desierto, que es preciso caminar mucho para encontrar una flor o una fuente para calmar la sed que nos abrasa; con cuánto sentimiento vemos que la flor que llegamos a encontrar, se deshoja en nuestras manos al separarla de su tallo, o nos clava las punzantes espinas; ahí empezamos a derramar las primeras lágrimas causadas por el dolor y el sentimiento.
Incomprensible es lo que pasa entre nosotros, tendemos la mirada hacia atrás, y vemos que es mucho lo que hemos recorrido; pero mayor es lo que nos falta todavía, y quizá lo más difícil. Un temor nos asalta de improviso, y queremos suspender nuestra marcha, pero imposible, el pensamiento no se detiene en forjar nuevas ilusiones. Oímos un alegre murmurar, semejante al que produce la corriente de las aguas, y seguimos con ahínco nuestro camino: ¡adelante! Nos decimos, y después de mucho andar nos encontramos a la orilla de un caudaloso río que arrastra en su carrera cuanto encuentra; y absortos nos paramos sin saber cómo salvarlo, de modo que las aguas nos sepulten en su seno. En trance tan difícil nos anuncia el corazón un funesto presagio, e invocamos un auxilio, y sin saber cómo ni cuándo salvamos el peligro.
La fe no nos abandona: se nos presentan los primeros tropiezos y seguimos adelante con la esperanza de ver el campo más florido que en nuestro entusiasmo soñamos; pero ¡ay! A medida que avanzamos, el terreno se nos presenta a cada paso sembrado de espinas, hasta que acaba por parecernos un desierto donde no encontramos ni una gota de agua con que remojar nuestros apagados labios.
Triste es ver la realidad; pero tenemos que llegar a ella tarde que temprano.
Tal es la vida. Lola: tan solo una época hay en que se es feliz, porque no vemos el error en que vivimos: a esa edad no es posible distinguir lo verdadero de lo falso; con facilidad se nos engaña y con la mayor buena fe del mundo creemos lo que se nos dice; pero pasan los años y viene la reflexión. Los crueles desengaños con su sacrílega mano arrancan la venda que cubre nuestros ojos, y nos presenta la verdad desnuda. ¡Ah! ¡entonces un torrente de lágrimas corre por nuestras mejillas! ¡Estas sí son lágrimas amargas!… ¡Cuánto deseamos aquella edad en que fuimos tan felices!… Pero imposible, porque el tiempo que pasa, jamás vuelve; tenemos que seguir caminando por la senda que nos traza el destino, y cada paso que damos es un día menos y un desengaño más, una ilusión muerta, una hoja que se desprende del árbol de la vida.
¡Adiós ilusiones! ¡adiós felices horas de contento! Ya no hay dicha cumplida; aquella fe ciega que teníamos se disipó como el humo, para dar lugar a la desconfianza. Ya no sentimos ninguna grata sensación al oír halagüeñas palabras, porque tras una sonrisa se descubre la mentira; ya no nos espera sino desengaño tras desengaño.
Muchas veces vemos que aquella persona en quien depositamos nuestra confianza, a quien entregamos nuestro cariño, nos engaña y juega con nuestro corazón como con un pedazo de cera.
Entonces ¿con quién podremos compartir nuestras penas? ¿Quién enjugará nuestras lágrimas en las horas de sufrimiento? Nadie. Guardaremos en el fondo de nuestra alma el dolor que nos consume, porque no hay un ser en quién depositar nuestra confianza: es difícil encontrar quien nos comprenda; nos presentaremos al mundo con la faz alegre, con la sonrisa en los labios y la hiel en el corazón. Nada le importan nuestros pesares, y si llega a mirarnos alguna vez, es o para reírse de nuestras penas, o para desgarrarnos el corazón con su falacia.
Sí, querida amiga; y si quieres no sufrir decepciones, corresponde con igual cariño al que te manifiestes; quiere, comprende y compadece; no cierres tu corazón a los que buscan abrigo en tu cariño, pues una de las más grandes satisfacciones es ser útil a las personas que preciamos; llorando pesares ajenos se mitigan los propios, y nuestra alma no cabe en sí de gozo al dar alivio con nuestras lágrimas a otra alma que está tan afligida como la nuestra.

