Tomo I Monterrey

Octubre 15 1887. Número 3.

Quincenal de literatura, social moral y de variedades

Dedicado a las familias.

Opinión de la prensa

La violeta

“Ha visitado nuestra mesa de redacción este bien escrito periódico literario quincenal, que en Monterrey, Nuevo león, ha comenzado a ver la luz pública, editado y dirigido por las señoritas Ercilia García y María Garza González.

Saludamos con la cortesía que corresponde a la tímida y hermosa violeta, deseando que a la sombra del buen éxito sus pétalos jamás se marchiten.

Ya remitimos el cambio.”

El mutualista. -Laredo, Texas.

La violeta

“Nos ha visitado la violeta de Monterrey, periódico quincenal de literatura social, moral y de variedades, dedicado las familias y del cual la directora la Srita. Ercilia García y secretaria, Srita. María Garza González.

Este bien redactado quincenal nos demuestra lo que siempre hemos pensado de ese puro y suave cielo de nuestra patria, con casi eterna primavera, y es, que es el más apto para producir fecundas y brillantes imaginaciones para todo cuanto concierna a la inspiración.

Las poesías que hemos leído en el primer número, son bellísimas y llenas de admirables conceptos y la prosa rebosa de los más puros sentimientos.

Mucho nos alegramos de que sea nuestra patria la que ha elegido el parnaso para colmar con sus favores a nuestras distinguidas compatricias.

Agradecemos la visita y correspondemos con el cambio.

El Heraldo. -San Antonio Texas.

La violeta

Con el nombre de esta preciosa flor, se ha fundado en Monterrey un periódico literario dirigido por señoritas.

Felicitamos a sus fundadoras y les deseamos al nuevo colega mucha prosperidad.

Las Noticias. –México.

La violeta

Con este simpático nombre acaba de aparecer en Monterrey un interesante quincenal de literatura, el cual está redactado por ilustradas señoritas de aquella Capital.

Larga vida para La violeta y muchos lauros para sus inteligentes redactoras. Esos son nuestros deseos.

El independiente – Villaldama.

La violeta

Con este título se ha comenzado a publicar en Monterrey un periódico quincenal, consagrado a la literatura y escrito por señoritas.

La directora de esta publicación lo es la Srita. Ericila García y la secretaria de redacción Srita. María Garza González; cuenta además con una escogida colaboración toda femenil.

El primer número trae un escogido material, entre el cual están dos magnificas composiciones poéticas hijas de la inspiración de las señoritas García y Garza González; dedicadas a la primera doctora mexicana Matilde Montoya. En nuestros próximos números tendremos el gusto de engalanar nuestras columnas con dichas composiciones.

Damos la más cordial bienvenida al simpático colega La violeta y le deseamos toda clase de prosperidades.

El correo de las doce– México.

***

Profundamente reconocidas quedamos a la galantería de tan corteses como ilustrados colegas y esperamos se sirvan aceptar la sincera expresión de nuestra gratitud por los favorables cuantos honrosos conceptos que tan benévolamente nos consagran.

Tomo I

Monterrey

Quincenal de literatura, social moral y de variedades

Dedicado a las familias.

Una Azucena

Octubre 15 1887 | Número 3

Teresa 

Flor divina, que abres siempre

En la noche solitaria,

Vaporosa cual bruma

Que ostenta en su cima el Ávila



Nívea copa que en las sombras

Tan rico perfume guardas,

Quizá te forma la espuma

Que el mar olvida en la playa;



O tal vez la brisa errante

Inquieta y enamorada,

Para formarte, sus plumas

A la gaviota arrebata.



Dime, flor ¿por qué no esperas

La luz risueña del alma,

Que cubre el campo de flores

y de rocío las palmas?


¿Porqué no esperas que acudan

A ver tus hermosas galas,

Con las aves bulliciosas

Las mariposas plateadas?


Ellas volarán al punto

Desde las verdes montañas,

Por ti olvidando en su vuelo

Otras flores perfumadas;



Y como encierran tu cáliz

Miel tan olorosa y blanca,

Vendrán también las abejas

De las campiñas lejanas.

¡Ay flor mía, no te ocultes 
De la luna triste y pálida,
Ya tu cáliz no colma
Con su aljófar la mañana!

Y mientras la aurora llega,
Mientras tu belleza pasa,
Fugaz como la sonrisa
De la venturosa infancia,

Deja que mis labios besen
Tu corona embalsamada,
Aunque descienden furtivas
Hasta tu cáliz mis lagrimas




Tomo I Monterrey

Octubre 15 1887. Número 3.

Quincenal de literatura, social moral y de variedades

Dedicado a las familias.

La poesía

María Garza González

Arte sublime y misterioso, a cuyo cultivo se ha consagrado afanosamente inteligencias poderosas que han admirado los siglos. Es sin duda, el más hermoso de los estudios literarios, porque la poesía es el germen de nuestras ilusiones, de nuestros ensueños; es el encanto de nuestra juventud, la ilusión seductora que nos sonríe entre las flores de nuestros jardines, entre las linfas de la sonora fuente, y que, bañada con la luz de la aurora, nos levanta entre sus brazos para mostrarnos un cielo desconocido, un porvenir lleno de luz, de encantos y de delicias.

Pero ¡ay! la poesía no se nos manifiesta igualmente benigna a todos los mortales, es esquiva y desdeñosa para los profanos, para aquellos seres que no conocen la belleza ni sus relaciones con el sentimiento, porque olvidándose de la nobleza de esa chispa espiritual que encierra nuestro cerebro, todo lo materializa porque así conviene a sus intereses y  a sus necesidades sociales.

Sólo al poeta se le presenta con toda la majestad de su belleza, con toda la dulzura de su sentimiento; Pero el poeta lo es desde que nace, porque desde entonces existe en su alma el don de crear, el genio; y cuando se halla en la capacidad de sentir, toma entre sus manos la lira, alza su voz misteriosa y terrible, y canta; pero ese canto tiene un no sé qué de incomprensible, que no nos es dado a todos comprender, sino cuando se llega a esta edad en que el más puro sentimiento nos diviniza, por decirlo así, transformado en pura sensibilidad las fibras de nuestro corazón. Y dudo que haya alguno que en su juventud no se sienta inspirado a esa hora en que viene, huyen y desaparecen las sombras de la noche.

¿Quién no se conmueve al contemplarse espectáculo sublime que nos muestra la naturaleza en las horas supremas en que la aurora esparce su corola virginal por el firmamento?¿Quién no se extasía admirando los caprichos celajes de la gualda y oro en el crepúsculo vespertino?¿Quién permanece indiferente en una noche de luna? Nadie, porque para esto era preciso no tener corazón.

 Y hay quien diga que “La poesía es el arte de mentir en verso”, no; definición mal entendida es esa y desde luego se deja ver que no sabe lo que es poesía, que no comprenden ese sentimiento nacido del corazón, ese germinado que brota de un alma dolorida, ese sublime cantar inspirado de los más tiernos afectos; no es solamente una reunión de versos, como se ha dado en suponer pues verso según Dávila, no es más que la reunión de sílabas y acentos que, en virtud de su ingenio o con combinación. no puede menos de ser grata al oído. Y con frecuencia se verá que un verso cadencioso y arreglado al la versificación y a la métrica agradará y será digno de estudio por las excelentes reglas que lo construyen, pero no conmueve, no habla al corazón porque es hijo de la cabeza y del sentido común, la poesía es más que eso, la poesía, con su dulce sentimiento, nos eleva fuera de la órbita de todo cuanto nos rodea, y en tanto que vivimos entregados a tantas dichas, el ser físico sufre una anonadamiento tal que al fin sucumbe ante la fuerza de la imaginación; entonces no parece sino que Dios nos presenta la existencia del espíritu; porque nos parece estar mirando esa suprema divinidad, lo mismo que esos grandes poetas, esos seres privilegiados que leen el porvenir de los pueblos, y luego con su acordada lira, predicen el destino de la humanidad.



Tomo I

Monterrey

Quincenal de literatura, social moral y de variedades

Dedicado a las familias.

La pasionaria

Octubre 15 1887 | Número 3





Ercilia García 

A mi distinguida prima y amiga. Refugio Rodríguez





Entre arboles de mágica belleza, 

Hermosa Pasionaria se ocultaba;

Las gracias que le dio naturaleza.

Con amargo desdén las contemplaba.

Un arroyo que al lado serpentea.

Retrata su hermosura con orgullo.

Y amante un colibrí besar desea

Sus lindas hojas, su sin par capullo.

Perfumado Jazmín la proclamaba

De los párpados la flor más exquisita,

Más ella a solas con su mal lloraba

Sin hallar un consuelo a su honda cuita.

¿De qué sirven, decía con tristura

“Las gracias que me dio naturaleza,

si todos desconocen mi hermosura,

Si el céfiro al pasar, nunca me besa?

“Yo quiero que el estío me conmueva;

 Perfumar de los arboles las hojas;

 Y que mi vida sin cesar remueva

 El aire que no escucha mis congojas. 

Del estío llegaron los rigores;

La flor hermosa admiración causaba,

El tierno ruiseñor cantó amores,

 y el céfiro al pasar la acariciaba.

Sin compasión a su letal congoja

El viento que con fuerza la mecía,

Se llevó despiadado hoja por hoja.

¡Cuán lenta fue, y horrible su agonía!

Ya ves, mi amiga, la temprana muerte

Que la flor vanidosa se buscó…

Vive feliz con tu modesta suerte

Que al que es humilde, lo bendice Dios.

Tomo I Monterrey

Octubre 15 1887. Número 3.

Quincenal de literatura, social moral y de variedades

Dedicado a las familias.

La mujer

NN.

Que animada del sentimiento de su propia dignidad, llega a comprender todos sus deberes sociales y sabe cumplirlos sin jactancia en los casos que ocurran, es un precioso tesoro para el hombre que en el camino de la vida la encuentra y la toma por compañera; rico diamante perfectamente pulido, cuyos destellos iluminarán el alma del hombre, como una antorcha divina de esperanza y de consuelo; flor delicada cuyo perfume suave inundará el corazón de su amante de inefable y celestial ventura: su casa será la mansión de la tranquilidad y de la alegría, el regazo de las complacencias y de la virtud a adonde no podrá llegar la calumnia ni la maledicencia de los ociosos; ella será lo que verdaderamente debe ser la mujer “el encanto y poesía del hombre, al par que la base fundamental de las naciones. La mujer, dice el abate Constant, “es la palabra de consuelo y porvenir visible para nosotros a fin de que tengamos el valor de vivir.” “Nosotros que amamos y vivimos bendecimos a Dios y felicitamos a la mujer que nos ha dado la vida, porque ella es dos veces nuestra madre, puesto que al darnos el amor nos da una segunda vida, pero una vida divina.”

Y si todas las jóvenes se instruyeran y observaran la vida virtuosa y tierna que se ha dicho, ¿tendría algunos hombres justicia para dirigir sus severos anatemas contra unos seres tan dignos por mil títulos de respeto y de su amor? ¿Podrán echar en cara a la mujer su perdición y su desgracia? No; sino al contrario, la mujer, como reina de la naturaleza, levantaría su frente rodeada de una aureola de virtud y marcaría el hasta aquí a los desórdenes y a la audacia de cierta clase de hombres. 

Dios en los decretos de su divina sabiduría, ha dispuesto que no todas las criaturas posean el mismo grado de inteligencia ni la misma fuerza de voluntad; pero es innegable que todas tienen un alma y una chispa de esa luz divina que el Creador difunde sobre sus hijos desde el momento de la concepción, luz que algunos escritores llaman razón natural, y que es el distintivo más importante entre el hombre y los demás seres creados por Dios. Nadie puede comprender desde niño si su inteligencia es más o menos apta para el estudio, y por consiguiente, no debe una joven arredrarse de trabajar en adquirir una regular instrucción,  porque ella misma se considere incapaz, o lo que vulgarmente se llama tonta; nadie puede ser juez de sí mismo, y además es un principio reconocido que la naturaleza se perfeccione con el arte; y si en efecto una persona se estima como poco a propósito para el estudio, por creer que sus potencias intelectuales no la ayudan para tal empresa, esta persona está más interesada que cualquier otra de ingenio a dedicarse al estudio de los ramos propios de su sexo, para proporcionarse con éste estudio el conocimiento de las cosas, que su poca inteligencia no le permite comprender a primera vista. Cultivad una flor silvestre con el esmero y cuidado que recomienda el arte, y la veréis renacer tan hermosa y lozana como las flores más delicadas de un jardín y si la presentáis juntas a una persona de gusto no podrá distinguir cuál de las flores fue hija de las selvas y cuáles abrieron sus primeros pétalos en los elegantes sembrados del jardín.

Es verdad que en el cáliz de las flores no se encuentra un mismo grado de aroma, porque este es un don con que la naturaleza enriqueció a sus predilectas; pero también es cierto que la finura de sus hojas y las gracias de sus tallos, se las proporciona el arte dirigido por una mano inteligente.

Más si la joven ha sido dotada por la Providencia de una inteligencia clara y privilegiada, si su razón se adelanta a su edad, entonces no debe desperdiciar esta dicha que ha recibido del cielo, sino al contrario, ella debe dedicarse a cultivar tan preciosas dotes para que todas sus acciones y pensamientos sean puros y gratos a los ojos de Dios y de sus semejantes. “La Tierra, dice Santa Teresa1, que no es, labrada, llevará abrojos y espinas, aunque sea fértil, así el entendimiento del hombre”. 

  1. Santa Teresa ↩︎

Tomo I Monterrey

Octubre 15 1887. Número 3.

Quincenal de literatura, social moral y de variedades

Dedicado a las familias.

La cautiva 

María M Browne. 

Montemorelos, octubre 1° 1887.





Era de noche y la plateada luna

ostentaba su frente luminosa,

Retratando en su fondo la laguna

El tranquilo semblante de esa diosa.


 Ya no se oía la canción del ave

 Perturbar el silencio que reinaba,

 La dulce brisa, sosegada y suave,

temerosa y sutil, se deslizaba.


Sólo el triste quejido de una fuente

Murmurando su pena en el misterio,

Era quien daba agitación creciente 

A la amante en su fiero cautiverio.

Ah ¡por la vida de la flor del campo,

cuánto daría la cautiva amante

Por ser de Diana el luminoso lampo

o golondrina en el desierto, errante!

 Corría el tiempo, y en sus fuertes brazos

 se llevaban las horas de la noche 

sin que vieran la huella de sus pasos,

 Ni el mundo ni la flor que abría su broche.

Ya por el vasto firmamento hermoso,

pálida luz brillaba purpurina.

Que cual  velo dorado y vaporoso 

anunciaba la hora matutina.

“Brisa amorosa que a mi lado dejas

ecos de amor de mágica poesía. 

Lleva a mi ideal las dolorosas quejas

Y las cuitas que exhala el alma mía”

“Tierno murmullo de ondulosa fuente

 Que constante me hablas desde allá,

¡Oh dile tú que en mi abrumada mente 

su recuerdo por siempre existirá”. 

“Quiero que sepa que la fe jurada

 yo la guardo en el seno de mi amor,

como habita en corona perfumada,

 la suavísima esencia de la flor”. 

“Si yo fuera cual tú tierna avecilla

¡Ay! le diría mi angustiosa pena

allá del río a la lejana orilla, 

viendo la vida deslizar serena”. 

Eso dijo una voz con tierno acento 

que más bien parecía un ¡ay! perdido,

Arrebatado por el manso viento

de un corazón por el martirio herido.

¿Será tal vez, pensaba una ilusión la mía?

Y luego, atentamente, me prepararé a escuchar,

 ¡Ay! todo reposaba, tan solo allá se oía

“El ruido que producen las olas al chocar”.

La Luna había escondido sus pálidos reflejos

Y de su nido del ave parábase a cantar,

Monótona venía de allá muy lejos, lejos

 La voz de una campana de tétrico vibrar.

 Natura despertaba de su éxtasis profundo,

silbaba el campesino saliendo de su hogar,

Más ¡ay! que retirada del bullicioso mundo

tan sólo la cautiva vivía en su soñar. 

Tomo I Monterrey

Octubre 15 1887. Número 3.

Quincenal de literatura, social moral y de variedades

Dedicado a las familias.

La caridad

Ercilia García.

¡Feliz quien puede derramar en torno suyo el bálsamo consolador de la caridad! Feliz, quién abriga en su pecho el germen de esta santa virtud; que deshecha el ridículo egoísmo que anida en los seres vulgares. En las almas privilegiadas, dotadas de nobles sentimientos que Dios puso en el mundo para consuelo de la humanidad que llora, se encuentran la caridad cristiana, sin mezcla de esa hipocresía con que la cubren los que por mera ostentación dan una limosna, procurando hacerlo siempre donde sean vistos. La verdadera caridad se esconde, enjuaga las lágrimas del que sufre sin alarde. Y siempre basada en las santas máximas del cristianismo, hace en el mundo todo el bien que puede. 

La caridad simboliza la perfección de los sentimientos; es el emblema que patentiza nuestra fe; es la flor delicada y hermosa que perfuma la existencia. Y la elegida poderosa que nos conduce al más allá venturoso.

En las horas amargas de la vida, en las horas de tedio y melancolía en que se apura la acibarada copa del dolor, ¡qué dulce encontrar una mano cariñosa que benigna enjuague las lágrimas y reanime la fe que nunca abandona el corazón cristiano! 

Hay horas también de inmensa felicidad en la que el espíritu languidece a impulsos de dicha y ¡cuán grato es hallar entonces quien nos comprenda y goce al ver nuestra felicidad! Todo es caridad, gozar con la dicha del otro y llorar con el que sufre. 

Caridad es sinónimo de abnegación y desinterés. Por eso dije ya, que sólo en las almas privilegiadas existe tan noble sentimiento que a semejanza de la tímida violeta que escondida entre el verde follaje exhala su suave y celestial perfume, así, los seres que están dotados por excelencia de tan sublime virtud, Esparcen en torno suyo el delicioso aroma de aquella púdica flor que significa modestia. 

Por desgracia, a pocos les es dado comprender el tesoro inagotable que la caridad encierra. y quizá por eso la ven con indiferencia. ¡Oh la caridad! Sentimiento dulce y consolador del que dimanan todas las acciones nobles y bellas, y que a su influjo las facultades se desarrollan, dando a quien lo posee un bienestar inmenso de tranquila felicidad. 

¡Bendita mil veces la caridad bien entendida, que tantos beneficios hace al mundo!